El cardenal Albino Luciani (Neri Marcorè) ha viajado a Fátima donde se entrevista con la hermana Lucía (Imma Colomer Marcet), última superviviente de los tres pastorcillos que vieron a la Virgen y escucharon y guardaron los secretos que les confió. Lucía le revela al cardenal que pronto será elegido Papa, pero que su papado “será breve como lo es la vida de una semilla, ya que la semilla debe morir para que la planta pueda crecer y dar fruto”.
Esas palabras llenan de inquietud a monseñor Luciani quien, a pesar de su frágil salud —y erróneos diagnósticos médicos—, a lo largo de su vida ha dedicado todas sus fuerzas a ayudar a pobres y desvalidos, ya que él mismo vivió con su familia la máxima pobreza y lo sinsabores de una forzada emigración.
En 1978, un año después de la revelación de la hermana Lucía, fallece Pablo VI y el cardenal Luciani es elegido Papa. En recuerdo de sus dos antecesores y valedores -Juan XXIII y Pablo VI-, Luciani adopta el nombre de Juan Pablo I y emprende la puesta en marcha de la modernización de la Iglesia, aunque sabe que el tiempo del que dispone es muy breve.