Cinco vía crucis para rezar en silencio. ¿Por qué cinco? ¿Por qué en silencio? Cinco, o cincuenta, o quinientos. Y es que siempre podemos acompañar de modo nuevo a Jesús cuando camina hacia el Calvario. Y en silencio, porque así se nos facilita sintonizar con el Corazón de Quien revela un Amor particular en cada estación. La práctica del Vía Crucis, de antigua raigambre cristiana, encontrará en estas páginas luces y fuegos que iluminen y enciendan la vía dolorosa de un Dios que muere por salvarnos.
El mayor misterio que ha aparecido sobre la faz de la tierra es Jesús de Nazaret. Mina de infinitos tesoros en la que por más que hondemos jamás le hallaremos fi n. El presente escrito intenta mostrar algunos de esos filones, deseando facilitar el acceso a la sublimidad del conocimiento del Señor Jesús (Flp 3, 8). Como figura histórica, resulta preciso destacar el sentido permanente de esa dimensión. Pero Cristo resucitó, y por eso no se queda circunscrito al ayer: nos encontramos con Él hoy, en un descubrimiento personal amoroso. Además, sus palabras y sus acciones constituyen parte esencial de su Persona, y por eso las guardamos en nuestro corazón (Lc 2, 19). E igualmente valen las representaciones artísticas, así como las argumentaciones de los teólogos que buscan clarificar conceptos. El discurso es inagotable y siempre insuficiente. Pero también siempre nuevo y siempre apasionante.