Leer este libro ha sido bueno para mí por partida doble. aparte de la amistad con Giorgio, y del amor y estima por Carmen, mi catequista, a quien he conocido, escuchado muchas veces, apreciado y amado, el libro me ha hecho bien porque me ha dado todo un abanico de conocimientos, una proximidad científica a esta maravilla que nos rodea y de la que muchas veces ni nos damos cuenta: ¡la luz, el arcoíris, el árbol, la sal, las células, el universo!
Ver cómo es posible acercarme a toda esta realidad, incluso con un conocimiento científico, que no solo mira las cosas, sino también su interior, el cómo de las cosas, me ayudó a captar un poco la belleza que rodea, nuestra vida cotidiana, pero las provocaciones, las preguntas que pueden venir de esta ciencia a la Escritura, a la fe ¡también han sido útiles!
Tantas veces se ha dicho que no hay contradicción entre fe y ciencia, per percibir a través de tantas citas que esto es realmente así, ver esta scrutatio iluminada por la ciencia, y la ciencia misma abrirse y fascinarte con el misterio de su creador es algo que te toca por dentro
La fe y la razón – dice san Juan Pablo II – son como dos alas con las que el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Es Dios quien ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en última instancia, de conocerlo, para que conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la verdad plena sobre sí mismo. Dios nos ha provisto de estas dos alas, para que podamos ascender a E'l: fe y razón, fe y ciencia
Son páginas para leer no con el pretexto de una ciencia que vacía el misterio de Dios, ni con la presunción de una Escritura que se opone a la ciencia. Al contrario, las palabras de la Escritura cuestionan la ciencia y esta – o sea, el camino que ha hecho a lo largo de la historia – se deja cuestionar por la Palabra de Dios: con gratitud a Dios por los pasos gigantes que ha dado en estos últimos oscientos/trescientos años, o incluso apenas en los últimos 50 años de la ciencia, por las herramientas que se nos han dado, capaces de hacernos penetrar en las cosas, en el macrocosmos y en el microcosmos, permitiéndonos conocer, por momentos en detalle, la increíble belleza de la naturaleza
Es un libro que no tiene pretensiones científicas, en el sentido de que no quiere probar científicamente lo que no se puede probar científicamente, es decir, la fe, pero que ofrece a la fe una forma de percibir que el mismo autor que creó el cielo y la tierra, quien creó al hombre, los animales y toda la belleza que nos rodea, es el mismo Dios que quiso revelarse a nosotros…
Agradezco al autor, no por darme la posibilidad de resolver problemas de fe o de ciencia, sino por darme de nuevo estas dos alas importantes para tomar vuelo y encontrarme capaz de volver al encuentro con el Señor, de abrirme un poco más, para hacer menos resistencia al don que Dios quiere hacerme de sí mismo
(da la presentación de Ezechiele Pasotti)