Cuestiones vivas y apasionantes en torno a la capacidad del hombre de encontrar la verdad y de ser feliz viviendo de acuerdo con ella. El elogio de la conciencia contiene una serie de textos del actual papa Benedicto XVI, redactados cuando Joseph Ratzinger era cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El nexo común de todos ellos gira en torno a la capacidad del hombre de alcanzar la verdad y de ser feliz viviendo de acuerdo con ella. La conciencia es la voz de la verdad dentro del hombre, de una verdad que proviene de Dios. Frente al subjetivismo y al relativismo, que se ven obligados a justificar la conducta de quienes actúan según su conciencia, aunque esa conciencia sea errónea, como es el caso de los miembros de las SS nazi, o de los mafiosos, ya que realizan sus atrocidades sin sentido alguno de culpa, Joseph Ratzinger destaca que la conciencia tiene el deber de ajustarse a la verdad y que "un hombre de conciencia jamás compra el bienestar, el éxito, la consideración social y la aprobación de la opinión pública dominante, renunciando a la verdad". La verdad, que ilumina la conciencia recta, hace al hombre libre y capaz de escoger el bien, por eso la autoridad que ayuda a la conciencia a descubrir la verdad no se puede considerar como su enemiga, dado que también ella se somete a la verdad. "El Papa -afirma Ratzinger- no puede imponer mandamientos a los fieles católicos solo porque él lo desee o lo considere útil. Tal concepción moderna y voluntarista de la autoridad deforma el auténtico sentido teológico del papa-do". Por eso, recuerda la famosa frase de Newman en su Carta al Duque de Norfolk: "ciertamente, si yo tuviera que traer la religión a un brindis de sobremesa -algo que no me parece muy indicado-, brindaría por el Papa. Pero en primer lugar por la conciencia, y después por el Papa". El elogio de la conciencia ahonda en temas apasionantes y ayuda al lector a meditar en ideas capitales para su propia vida.