Si en la larga historia de la Iglesia católica ha habido un pontífice que ha roto las normas, marcando los tiempos y ha sido objeto de la mayor atención por parte de historiadores, pensadores, políticos, periodistas y público en general, ese es el papa Francisco. Desde la humildad y la sencillez, la sonrisa y la ternura, Francisco se ha convertido en un referente mundial para millones de personas. Sus gestos y palabras aparecen en diarios y televisiones de todos los continentes, y sus mensajes son escuchados por personas de culturas y religiones muy diferentes. ¿Cómo lo hace? Con el poder oculto de la alegría, la ternura y la misericordia como mejores instrumentos.
La alegría es un motor que le impulsa a trabajar cada día, le da alas y contagia su dinamismo, pues uno de los objetivos que Francisco se marcó al inicio de su pontificado fue el de “ayudar a las personas a sonreír”. Y desde su elección cada día son más las personas que lo hacen. Está cambiado la historia.
El mejor ejemplo es el propio Francisco que sigue al pie de la letra los consejos que él mismo da: sonrisa, sencillez y gestos espontáneos de afecto. Sin rigideces, invita a fiarse más del corazón, a aprender a querer y a saber perdonar. Sus mensajes más espontáneos no los dice mirando un papel sino a los ojos de las personas y a los objetivos de las cámaras. Es un maestro de la comunicación, más eficaz en nuestros días cuanto más sencilla.
El cambio se hace presente en gestos, mensajes y en pequeñas acciones que lleva a la práctica volcándose con los enfermos, los pobres o los refugiados. Recibe a todos de manera individual y saca tiempo para responder cartas y llamadas.
En su esfuerzo por renovar la Iglesia se ha topado con muchas dificultades. Dificultades que también le han llegado -y le llegan- del interior, pues una parte de la curia vaticana y del episcopado mundial siguen echando el freno a algunas iniciativas suyas, mientras que los fieles, en cambio, suelen aplaudirlas.
Camino de ser uno de los hombres más influyentes del siglo XXI, al que las resistencias no frenan, sino que le impulsan, Francisco fascina desde católicos a laicos, o desde estadistas a empresarios, que admiran su manera de predicar con el ejemplo y con gestos, ideas y palabras ingeniosas.
En El papa de la alegría se ve el juego de tres elementos muy entrelazados: los rasgos esenciales de su personalidad, los ejes de su pensamiento y sus directrices de actuación. Francisco no solo quiere reformar la Iglesia católica, sino ir más allá: quiere mejorar la actitud y el comportamiento de cada persona -cristiana, musulmana, budista o no creyente- y por eso trata a todas con exquisito respeto.
Juan Vicente Boo (A Pobra do Caramiñal, La Coruña, 1954) es corresponsal del diario ABC en el Vaticano desde hace dieciocho años. Ha trabajado durante 13 años como corresponsal en Bruselas y Nueva York, con un breve paréntesis en Hong Kong. Es ciudadano honorario de Little Rock, Arkansas.
Su trabajo como corresponsal en el Vaticano combina la cercanía diaria al Papa con la perspectiva mundial de economista y periodista veterano especializado previamente en defensa y política exterior.
Licenciado en Ciencias Económicas y graduado de la Academia Militar de Intendencia, es miembro del Colegio de Economistas de A Coruña y del U.S. Naval Institute. En el terreno académico ha sido director del Colegio Mayor La Estila de la Universidad de Santiago de Compostela (1979- 1982) y profesor adjunto de Ética y Legislación de Prensa en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma (2000-2004).
Juan Vicente Boo ha sido promotor y consejero delegado de la agencia televisiva internacional Rome Reports, donde impulsó documentales de referencia mundial como Benedicto XVI: La aventura de la verdad.
Su tarea profesional le ha llevado a cubrir conflictos como el golpe de estado y la posterior invasión de Haití o la guerra del Kosovo. Ha estado en países en crisis como Bosnia Herzegovina, Georgia, Sri Lanka o la República Centroafricana.
Pero, sobre todo, su tarea le ha permitido volar con los tres últimos papas —Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco— en más de medio centenar de viajes internacionales. Ha trabajado en 61 países y ha sido galardonado con el Premio Bravo! de comunicación de la Conferencia Episcopal Española.