En una era disgustada con los políticos y los diversos instrumentos de democracia directa, El público fantasma de Walter Lippmann no ha perdido un ápice de actualidad. Esta obra nos muestra al Lippmann más crítico de la democracia americana. De sentimiento antipopulista, este libro defiende el elitismo como una opción intelectual seria y distintiva que cuenta con una larga tradición en America. La visión desmitificadora del sistema americano de Lippmann resuena en el presente.
En El público fantasma se discute sobre el hombre desencantado que se ha desilusionado no solo con la democracia sino incluso con la reforma de la sociedad. Para Lippmann el votante medio es incapaz para el gobierno y lo que se denomina público es un mero fantasma. Lippmann desafía a la asumpción capital de la política progresista que pretende dejar la toma de decisiones en las manos del conjunto del pueblo.
Considerando el libro más solidamente argumentado y preclaro de Lippmann, está primera edición en lengua española permite al lector sumergirse en el texto a la vez más polémico y sugerente de uno de los autores con mayor influencia en la política y el periodismo de Estados Unidos a lo largo del siglo XX.
Walter Lippmann (Nueva York, 1889-1974), estudió en Harvard y en 1914, comenzó a colaborar, invitado por Herbert Croly, en la revista política semanal New Republic. Durante la I Guerra Mundial trabajó con el presidente Woodrow Wilson en su programa de 14 puntos para la Paz y el nuevo orden mundial. En 1918 fue nombrado capitán de la inteligencia militar. Acabada la guerra, escribió asiduamente en Vanity Fair y pronto pasó a trabajar en la redacción de un gran periódico de la familia Pulitzer, New York World, cuya página editorial dirigirá desde marzo de 1924. Al cerrarse el World, en septiembre de 1931, inició su labor periodística en el New York Herald Tribune, donde alcanzaría enorme fama con su columna Today and Tomorrow. Su labor como periodista la compaginó con la publicación de varios ensayos de éxito, como Public Opinion (1922), del que The Phantom Public sería una continuación.
Su prestigio profesional, y sus sagaces análisis de la política internacional. Le convirtieron en consejero áulico de todos los grandes presidentes demócratas de EE.UU. (Wilson, Roosevelt, Kennedy…). Tras la II Guerra Mundial acaparó la atención internacional con sus pioneros artículos sobre la “Guerra fría” (1947), defendió el espacio de influencia soviético en Europa y se mostró crítico con la política norteamericana en temas como el McCarthysmo o la guerra de Vietnam. Convertido en un periodista de referencia, desde 1963 prosiguió sus celebres columnas en el Washington Post y Newsweek.