Una vez más se confirma que no es tarea fácil la de escribir la presentación de un libro homenaje, sobre todo si se conoce bien y se estima de verdad al homenajeado, como es el caso. Resulta difícil, porque lo personal y lo académico —que se multiplica, a su vez, en no pocas facetas— pugnan por abrirse paso y plasmarse en palabras.
Al releer estas líneas —que, por si el trance fuera aún liviano, debían escribirse en comandita de los decanos—, da la impresión de que, en efecto, no se ha logrado un deslinde excesivamente pulcro entre lo esencial y los detalles, entre lo que cabría calificar prima facie como importante y lo que podría relegarse por accesorio.
Pero quizá no sea del todo inconveniente que el texto final haya resultado una mixtura de aspectos personales y académicos, pues la vida de un profesor universitario, investigador y docente, es a menudo la historia de mil detalles personales que configuran su profesión. Si la persona se vislumbra en la actividad académica, y el profesor se encuentra latente en lo personal, en las variadas facetas de la personalidad del homenajeado en este volumen colectivo sale a relucir su ser de universitario, su oficio docente, el arte de enseñar, el saber hacer y dejar hacer del maestro