Quienes han estudiado con Gustavo o han asistido a sus conferencias públicas saben que tiene ciertas convenciones estilísticas que dan forma a sus presentaciones. Frecuentemente estructura sus charlas en torno a tres puntos centrales, por lo que parece apropiado organizar este volumen en torno a tres puntos centrales también. Nada parece más apropiado, tanto para mí como para Gustavo, que dar a este trabajo una estructura trinitaria. Para poder exponer el enfoque fundamentalmente espiritual de este trabajo, la primera parte está organizada en torno al Hijo, la segunda en torno al Padre y la tercera en torno al Espíritu Santo. Como la Trinidad, estas secciones se encuentran interconectadas, pero la tabla de contenidos, por sí misma, resume el marco para entender estos escritos espirituales. Cada una de estas tres secciones tiene siete subsecciones.
La primera parte de este libro comienza con una nota cristológica, puesto que el encuentro con el Señor establece un viaje espiritual continuo. Este encuentro es "el punto de partida histórico del seguimiento de Jesús"[1]. Esto afecta el modo en el que nos entendemos a nosotros mismos, cómo vivimos con otros y cómo caminamos en el mundo. Algunos de los escritos de esta sección resaltan la persona de María, quien manifiesta en su vida una apertura a la gratuidad del amor de Dios y un espíritu que confía en su poder para salvar y empoderar lo más bajo. Esta sección termina con la conexión entre el misticismo y la política y el papel de los pobres en la espiritualidad cristiana. Sin espiritualidad, la tarea de la liberación toma una trayectoria enteramente diferente. Para Gutiérrez, Cristo se encuentra en el corazón de la más profunda búsqueda humana por la liberación y, sin enraizar la vida en él, la liberación es sólo otra ideología que no llega a tocar las profundas necesidades humanas de redención.
La segunda parte de este volumen organiza los escritos de Gutiérrez en torno al Padre. Lo que sea que digamos acerca de Dios debe comenzar, por encima de todo, con el misterio. Consecuentemente, la espiritualidad comienza con el silencio. La mayor parte de esta sección gira en torno a la cuestión de la contemplación. Estos escritos resaltan cómo el escuchar es un prerrequisito para hablar de Dios. En palabras de Gustavo: "Todo comienza en el silencio, este es el primer paso para hablar de Dios, este el momento de la escucha y la oración, luego vendrá el lenguaje engendrado en esa calma". Tomando las hermosas palabras de Ireneo de Lyon, añade: "Del silencio del Padre viene la Palabra del Hijo"[2]. Sin embargo, desde el silencio, la oración y la contemplación se comienza a ver el mundo de un modo nuevo. Sin esto, la liberación puede terminar nublada por un frenético activismo o una enfurecida vocación por juzgar, de los cuales la gente también necesita liberación. Entrar en la tierra sagrada del Padre involucra purificación, especialmente respecto de dioses falsos y del orgullo egoísta que esclaviza; los escritos aquí seleccionados ponen de manifiesto el llamado a elegir la vida en medio de las tinieblas de la sociedad humana, de los ídolos hechos por nosotros mismos y de las injusticias del mundo moderno.
La selección de la tercera parte de este volumen se ocupa de la vida "acorde con el Espíritu". Después del encuentro y la contemplación, la respuesta es la fe, expresada a través del seguimiento de Cristo. Esta respuesta pone el reino de Dios en el corazón de la vida, compartiendo la mesa, viviendo las bienaventuranzas, pero también testimoniando la vida. En esta sección están incluidas breves selecciones acerca de personas que Gustavo admira y valora como ejemplos notables de vida cristiana. En la medida en que ellos testimonian el amor de Dios por el mundo y lo expresan mediante su imperecedero amor por los otros, ellos tienen algo que decir acerca de la solidaridad con los pobres, la dignidad de cada persona y la fraternidad e igualdad de todos ante Dios.
Aunque la Trinidad se encuentra en el corazón de estos escritos, me gustaría resaltar cuatro temas adicionales que salen a la luz a lo largo de estos textos, a saber: 1) la unidad de la gratuidad y la justicia, 2) la unidad de la historia humana y la historia de la salvación, 3) la unidad de la contemplación y la acción, 4) la unidad de la universalidad del amor de Dios y la opción preferencial por el pobre.