El presente volumen de la Historia de la filosofía se inicia con la exposición del intuicionismo vitalista de Bergson, con su original visión de la corriente universal de la vida en perpetuo devenir, que causó tan durable impacto y atracción en los espíritus. Siguen las nuevas formas del neokantismo alemán; de la escuela de Baden, con Windelband y Rickert, que inician la especulación de las ciencias del espíritu y su exaltación de la cultura; de la corriente siempre actual del historicismo, con la figura de su iniciador y máximo representante, Dilthey; los desarrollos del vitalismo e historicismo, con las grandes síntesis de las culturas elaboradas por Spengler y Toynbee. El pensamiento idealista adquiere nuevo empuje en las primeras décadas del siglo, con las originales aportaciones de los pensadores italianos Gentile y Croce y su floreciente escuela espiritualista, con el idealismo francés de Hamelin y Brunschvicg, y la prolongación del neoidealismo angloamericano. El panorama continúa con la forma típica del pensar americano: el pragmatismo de W. James y seguidores. La filosofía de la acción de Blondel ofrece especial interés en sí y por su repercusión en el pensar inmanentista subyacente al modernismo. El sociologismo de Durkheim es también presentado por su radical interpretación de lo social y el impulso que dio al desarrollo de la moderna ciencia sociológica.
Una fase más reciente del pensamiento se abre con la fenomenología de Husserl y su extensa escuela, que sigue inspirando otras direcciones actuales. De ella surge la filosofia de los valores de Scheler, que ha marcado la impronta a todo pensamiento y lenguaje axiológico. La vasta especulación metafísica de Hartrpann es un retorno al realismo ontológico, aunque cerrado a toda trascendencia. El existencialismo —Heidegger, Jaspers, Sartre y Marcel— se aborda en las sinuosidades de su divergente reflexión hacia la famosa búsqueda del ser y sentido de nuestra existencia.
En este volumen del P. Teófilo Urdánoz, que la BAC publica hoy en una nueva edición, la exposición del pensamiento filosófico alcanza igual maestría que en los tomos anteriores de la obra, ya hecha célebre desde las magníficas aportaciones del P. G. Fraile, por la profusa documentación, por el constante recurso a los textos originales y por la completa, metódica, objetiva y crítica exposición de los sistemas, sin descuidar la recensión habitual de autores secundarios.