El 31 de octubre de 1517 publicó Martín Lutero en Wittenberg sus 95 tesis, dando inicio al movimiento de la Reforma. La Iglesia luterana y la Iglesia católica romana –una vez firmada la Declaración conjunta sobre la Doctrina de la Justificación entre la Iglesia católica y la Federación Luterana Mundial (1999)– se preparan en la actualidad para conmemorar conjuntamente en 2017 el 500 aniversario del comienzo de la Reforma en una celebración fraterna que ayude de modo eficaz en el camino hacia la unidad. Prueba de ello es que el Papa Francisco viajará el 31 de octubre de 2016 a Suecia con el fin de conmemorar allí con los hermanos luteranos el quinto centenario.
Desde el punto de vista ecuménico, por otra parte, hemos vivido otros dos acontecimientos de suma importancia: el abrazo en 1964 del Patriarca Ecuménico de Constantinopla Atenágoras con el Papa Pablo VI y, el 12 de febrero de 2016, el encuentro fraterno en La Habana de dos obispos hermanos, el Patriarca Kiril de Moscú y Toda Rusia, y el Papa Francisco, después de casi mil años de separación (de 1054 a 2016).
El autor del presente ensayo, Justificación y santificación, es plenamente consciente de las dificultades que, pese a la mutua buena voluntad, todavía nos separan de la Federación Luterana en el tema de la justificación. No obstante, opina que, más allá de los puntos concretos en litigio, es preciso hablar de la experiencia espiritual común que nos une. La justificación gratuita de parte de Dios en Cristo establece un género de amistad, de relación con Dios, en la que nadie puede introducir subliminalmente intención alguna que no sea la pura gratuidad. Ni tan siquiera el deseo, en el fondo narcisista, de ser «más perfecto» o «más santo». Y, en segundo lugar, que aun siendo diferentes en cuanto al objeto del amor, en dicha gratuidad divina quedan íntimamente vinculados entre sí el amor a Dios y el amor al prójimo, en cuya unidad culmina la ley de la santidad (Levítico 19,2; Mateo 5,48; Lucas 6,36).
BIOGRAFÍA
Santiago Arzubialde, nacido en San Sebastián (Guipúzcoa) en 1940, entró en la Compañía de Jesús en 1958. Ordenado sacerdote en Loyola en 1970, ha dedicado la mayor parte de su ministerio sacerdotal a los Ejercicios Espirituales. Fruto de estos años de trabajo es su obra Ejercicios Espirituales de san Ignacio: historia y análisis (1991, 20092), publicada en coedición por Ediciones Mensajero y la Editorial Sal Terrae. Como docente, desde el año 1976 ha venido impartiendo la asignatura de Teología Espiritual Sistemática, primero en la Facultad de Teología de Deusto y posteriormente en la Universidad Pontificia Comillas, hasta su jubilación en el año 2011.
La presente obra es la segunda entrega de su Ensayo de Teología Espiritual Sistemática, cuyo primer volumen se publicó en esta misma colección bajo el título Humanidad de Cristo, lógica del amor y Trinidad.