En este libro, Savonarola aporta una percepción de su tiempo poco común: el Renacimiento italiano como epítome de corrupción y decadencia. Corrupción, en primer lugar, de la Iglesia y el Papado, pero también de los príncipes, de los pueblos, de las artes y de la cultura. La simplicidad de la vida cristiana propone una reforma basada en la simplicidad interior frente la duplicidad, la tibieza, la hipocresía, la soberbia intelectual, y simplicidad exterior frente al lujo, al amaneramiento, la sofisticación y la ostentación. Al fin y al cabo, Dios y las Escrituras, y no los clásicos y héroes del paganismo, son el modelo de simplicidad pura que los elegidos deben tener siempre ante la vista. Diatriba, pues, contra el Renacimiento y su promiscua efervescencia literaria, filosófica, artística, un mundo irreconciliable con un cristianismo comprometido que Savonarola, desde su nostalgia teocrática, desea ver presente en todos los aspectos de la vida humana.