Aunque en la España moderna, el laicismo y el pragmatismo de la sociedad han hecho que la influencia de la Biblia se haya reducido a mínimos históricos, (puede decirse que ésta ha muerto como referente literario para las nuevas generaciones), se percibe, sin embargo, su influencia en múltiples campos de nuestro pasado y presente cultural: en la lengua (proverbios, máximas bíblicas, imágenes literarias en el ámbito de lo oral o de lo escrito), en la literatura propiamente tal (personajes, situaciones, alusiones al mundo bíblico), en la arquitectura, en la pintura y en la música, artes en las que temas y personajes de la Biblia han inspirado cientos y cientos de composiciones de estos géneros.
LOS LIBROS SAGRADOS EN LAS GRANDES RELIGIONES trata de las cinco religiones más importantes en nuestro mundo: Hinduismo, Judaísmo, Cristianismo, Islam y Budismo.
Cada tema, dedicado a una religión, tiene un tratamiento en tres partes:
- La primera presenta cuáles son los libros sagrados de cada religión, de qué material básico están compuestos, en qué grupos, clases o géneros (literarios o religiosos) se dividen, y cómo tales libros marcan el contenido y el tono de esa religión concreta. Al hablar así de los libros sagrados se hace una presentación indirecta del núcleo o esencia de cada una de las religiones.
- La segunda trata específicamente del proceso y de las razones por las que ciertas obras llegan a formar un canon o lista cerrada de "escritos sagrados", "revelados" o "inspirados", intentando aclarar, en lo posible, un proceso histórico de delimitación de un grupo dentro de un espectro, a veces amplio, de posibles obras candidatas a ser consideradas "sagradas".
- La tercera se pregunta por el papel desempeñado por determinadas posturas rigoristas en la interpretación de tales escrituras sagradas, que sustentan un fundamentalismo religioso con amplias repercusiones. Dado que vivimos unos momentos en los que los fundamentalismos religiosos están desempeñando un papel notable en la vida política y social del planeta, no parece, por ello, inapropiado preguntarse por las bases de tales posturas fundamentalistas.