El autor, en esta obra, subraya siempre la imprevisibilidad de la vida y la singularidad del proceso místico cristiano: iniciativa del Dios personal, conocido y alcanzado ante todo a través del amor, exento de todo intento de una presentación sistemática de la vida mística.
Por otra parte aunque el P. Bernard ha limitado voluntariamente su estudio en esta obra "a la mística reconocida por la Iglesia Católica", la lucidez de sus análisis le permite hacer numerosas referencias esclarecedoras al Oriente cristiano y a los místicos nos cristianos.
En la primera parte del libro el lector hallará un análisis del significado de la actividad simbólica. Ya que como hemos mencionado, este campo es completamente nuevo para muchos, su comprensión requiere un esfuerzo, pues se trata de entrar en nuevas categorías especulativas.
A esta primera parte más teórica le sigue una larga descripción simbólica de la búsqueda de Dios. Esta segunda parte justifica plenamente el título del libro: Teología simbólica. Su lectura atenta permitirá comprender que, junto al lenguaje abstracto y conceptual que intenta expresar la realidad divina, existe otro que no menos que éste permite elaborar un discurso válido acerca de Dios, tal como lo revela la Biblia y es experimentado en la vida espiritual.