El libro quiere ser -dice el autor- "una especie de catequesis desordenada, nada sistemática, pero pegada al terreno. ¿Para gente joven? Pues, la verdad, no sé qué decir. Es cierto que los chicos y chicas de bachillerato y de la universidad están muy presentes tanto en los asuntos que trato como en el tono, la música y la letra de cada artículo; pero yo solo trato de reflexionar, con libertad y buen humor, sobre noticias, anécdotas, incidentes de la vida diaria". Sus consideraciones pueden servir para que todos caigamos en la cuenta de que para ser libres hay que pensar y, así, alcanzar la auténtica buena vida. Estamos ante la tercera publicación de las colaboraciones del autor -en su sección "Pensar por libre"- en la revista Mundo Cristiano. Ahora se recogen las de los últimos años (2006-2012). Enrique Monasterio Hernández nació en Bilbao en 1941. Es Licenciado en Derecho (1963) y Doctor en Teología (1968). En 1969 se ordena sacerdote y, desde entonces, trabaja en Valencia, en Roma y en Madrid, casi siempre en relación con capellanías de centros universitarios y de estudiantes de Bachillerato. Actualmente reside en Madrid. Desde hace años escribe mensualmente en la revista Mundo Cristiano. En Ediciones Palabra, también tiene publicados los libros El Belén que puso Dios, Pensar por libre, Un safari en mi pasillo y Relatos a la sombra de la Cruz.
Estos relatos nacen de la oración de su autor ante la cruz, siguiendo la misma lógica que le llevó a escribir El Belén que puso Dios. Aquel Niño con el que jugábamos en el portal va a morir en una Cruz y es preciso acompañarle. Los actores de esta tragedia son muy diferentes, no hay pastores ni estrellas, ni coros de ángeles cantores. Hay, sí, un borrico; y está María Santísima, siempre joven y hermosa, pero bañada en lágrimas. Entre los demás personajes hay de todo: buenos y malos. Amigos de Jesús, como María Magdalena, los apóstoles, Simón de Cirene o José de Arimatea, y enemigos que buscan su desaparición de este mundo: Caifás, Judas, Pilato, Barrabás... No ha resultado fácil prestarles la pluma para que también ellos relaten algo de la historia tal como la vieron. Como colofón adecuado, se incluyen al final unos comentarios al Adoro te Devote, conocido himno eucarístico atribuido a santo Tomás de Aquino. Jesús, en la Eucaristía, rompe las barreras del espacio y del tiempo y vuelve a trasladarnos al Gólgota.