La preocupación por la unidad es algo esencial y necesario que pertenece al corazón mismo de la Iglesia. No es un capricho de unos teólogos modernos; no es un añadido. Ha existido desde siempre, aunque se ve hoy más claramente su urgencia y necesidad. Benedicto XVI afirma con firmeza: «El actual Sucesor [de Pedro] asume como compromiso prioritario trabajar con el máximo empeño en el restablecimiento de la unidad plena y visible de todos los discípulos de Cristo. Esta es su voluntad, y este es su apremiante deber». El libro es una profunda reflexión e invitación a esta importante labor dentro de la Iglesia, desde la clara conciencia de que lo que nos une es más grande que lo que nos divide.
Jutta Burggraf (1952-2010) fue doctora en Psicopedagogía por la Univ. de Colonia (1979) y en Teología por la de Navarra (1984). De su larga carrera académica, que inició en 1989 como profesora de Antropología en el Instituto Académico Internacional de Kerkrade (Países Bajos), destaca su cátedra de Teología Dogmática y Teología Ecuménica en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Entre sus publicaciones sobre ecumenismo sobresalen Conocerse y comprenderse (2003) y El ecumenismo: una tarea para todos (2004)
Esta obra, que apareció por primera vez en la colección BAC Normal en 1987, cuando su autor era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, aborda con palabra franca y vigorosa los temas más candentes de la vida eclesial.
En la primera parte se reflexiona sobre la imagen de la Iglesia que emergió en el Concilio Vaticano II, poniendo de relieve la íntima vinculación que debe existir entre singularidad y universalidad, entre pluralidad y unidad. El ecumenismo es el contenido de la segunda parte. El diálogo interconfesional se presenta como un largo camino hacia la unidad en la caridad, un camino que debe recorrerse confiados en el Espíritu, empeñados, unos y otros, en la búsqueda apasionada de la verdad y sin ceder a la tentación de un fácil concordismo. A las relaciones entre la Iglesia y la política dedica el autor la última y más extensa parte de la obra.
Sin duda, estos tres campos de pensamiento reflejan bien la visión de la Iglesia, hacia dentro y hacia fuera, de quien ahora es el sucesor de Pedro con el nombre de Benedicto XVI.