Los periódicos hablan a diario sobre aquellos problemas políticos que más preocupan a los ciudadanos, pero hay cuestiones previas que resultan indispensables para enfocarlos correctamente y darles una solución equilibrada: qué debe entenderse por libertad, democracia, constitucionalismo, ley, solidaridad y bien común, justicia social, economía política y buen gobierno.
En tiempos remotos los problemas se solucionaban con el recurso a la fuerza. La cultura política, en especial la occidental, ha hecho posible un modo mejor de encontrar soluciones a esos mismos problemas de antaño. La tarea política lleva consigo lucha, pero una lucha noble, respetuosa con la libertad y la búsqueda del bienestar general. El autor la aborda desde la filosofía política moderna y la antropología cristiana, ofreciendo una síntesis básica y accesible.
Cristo no vino a llamar a los santos, sino a hacer santos a los débiles, a los torpes y a los pecadores. Por eso los santos no son solo modelos imitables de santidad, sino recordatorios del poder de la gracia de Dios, mayor que cualquier defecto humano.
No pocos santos tuvieron que luchar contra tentaciones muy similares a las que sufrimos hoy. Para ejemplificarlo, Goodier acude a la historia de un mercenario adicto al juego, de un adolescente repudiado por los suyos, de una mujer noble de mala reputación y un noble misionero que ve fracasar muchos de sus esfuerzos, un capellán real que escapa de la horca, un hereje hedonista y mujeriego que llegará a ser uno de los más grandes teólogos de la Iglesia católica, y otras almas imperfectas que se ven perfeccionadas por el dolor y la enfermedad.
Porque no hay nadie tan pecador que no pueda encontrar un pecador mayor entre los santos.
En un libro más cercano al lenguaje oral que al escrito, el autor reúne doce lecciones dirigidas a universitarios de todos los saberes, y les presenta con sencillez al Tomás de Aquino más pensador. Al tratarse de alguien que ha sido considerado durante siglos como el “Doctor universal” del cristianismo, describir su fisonomía intelectual parece indispensable, por su enorme aportación a los fundamentos de nuestra cultura.
Sus páginas tratan cuestiones tan actuales como la importancia de respetar la argumentación contraria, la degeneración del discurso público, la enseñanza como forma de vida espiritual, la sobriedad del lenguaje como máxima apertura a la realidad, la coordinación entre lo natural y sabido con lo sobrenatural y creído, la secularidad, Occidente como proyecto histórico, la relación entre filosofía y teología, etc.
Cómo se originó Europa y cuáles son sus fronteras? ¿Quién tiene derecho a llamarse europeo y a entrar en la nueva Europa? El autor subraya las raíces espirituales de Europa, que definen su compromiso por promover la paz dentro y fuera de sus fronteras. Sin ese fundamento espiritual, el vínculo se reduce al interés económico, a una política interior ocasional y a una vaga acción exterior.
En diversas conferencias recogidas en este volumen, Ratzinger explica qué es Europa y qué la mantiene unida, qué criterios se exigen para que una acción política sea correcta y cómo preservar la paz.
Este libro está escrito con la intención de estimular al cristiano en su fe y en la forja del carácter, pues la Iglesia está más necesitada que nunca de seguidores fieles a Jesucristo en todas las encrucijadas de la sociedad. A ellos dedica el autor estas páginas: a quienes quieren formar ideales auténticos y están dispuestos a trabajar mucho, a quienes buscan levantarse tras sus caídas, ser libres para amar y probar el amor puro, a quienes quieren aprender a escuchar, amar la cruz y querer más a sus amigos..., a quienes buscan recomenzar una vez más. Y sobre todo a los jóvenes, esperanza de la Iglesia.
«Lo esencial es invisible a los ojos», se lee en El Principito. El cultivo del ser humano no se percibe a la vista, ni se encuentra en las enciclopedias. La amistad, la lectura de los grandes libros y el sentido del humor, la elegancia y el buen gusto, el arte de gobernar o de ser buen ciudadano, la formación de la inteligencia y del carácter son eso, bienes invisibles, pero esenciales para la construcción de uno mismo. El autor ofrece un modo de despertar el hambre por ese afán de mejora, también entre lectores jóvenes, y dirigir la mirada hacia lo valioso y lo bello.
Georg Gänswein es una de las figuras más destacadas de la Iglesia católica, y el único hombre que trabaja a diario con dos papas. En este libro presenta una serie de observaciones sobre el estado de la Iglesia y su futuro más probable en una sociedad cada día más secular.
Argumenta con vigor sobre la fuerza civilizadora de la Iglesia en el ámbito cultural, y cómo esta constituye el único baluarte con capacidad de hacer frente al creciente totalitarismo cultural que se apodera de Occidente.
Gänswein contempló más cerca que nadie la renuncia de Benedicto XVI, y ofrece en estas homilías, conferencias y entrevistas una explicación que lo justifica. Brinda también un marco para una renovación espiritual, comenzando por la reforma personal de obispos y sacerdotes.