En 2004 se cumple un siglo desde que "La Quinzaine" publicara los artículos que forman "Historia y Dogma".
En ellos, Blondel examina los papeles que los hechos históricos y el dogma cumplen en la fe. Se trata de evitar una mutua interferencia y una autonomía que los hiciera absolutamente heterogéneos. Mediante su reflexión, Blondel pone sobre la mesa un debate que perdura hasta nuestros días.
El presente volumen añade , además, otro estudio de Blondel al respecto, "Sobre el valor histórico del dogma", y se completa con una excelente introducción de César Izquierdo.
Una de las principales exposiciones dogmáticas de la fe católica y la más importante por lo que se refiere a los dos misterios centrales de la verdad revelada: la Trinidad y la Encarnación.
El Símbolo Atanasiano, o Quimcumque, constituye una de las principales exposiciones dogmáticas de la fe católica, y la más importante por lo que se refiere a los dos misterios de la verdad revelada: la Trinidad y la Encarnación.
El autor ofrece un precioso comentario a este símbolo de la fe, muy útil para meditar en su contenido. Agotado desde hace años en castellano, el libro vuelve a ver la luz en circunstancias excepcionalmente oportunas: cuando la Iglesia conmemora el bimilenario de la Encarnación glorificando la Trinidad, de la que todo procede y a la que todo se dirige.
En este libro-programa del P. de Lubac se pergilan los dos rasgos esenciales de la realidad católica: la dimensión `social` (la solidaridad universal como acontecimiento salvífico de la humanidad) y la dimensión `histórica` (la significación de la temporalidad y de la historia).
El plan divino de la creación y redención es uno, como una es también la humanidad en cuanto realidad creada. La Iglesia fundada por Cristo está empeñada en la obra de unificación de la humanidad dividida por el pecado y el egoísmo: en ella se inaugura la reconciliación universal.
La dialéctiva permanente entre persona y comunidad y entre inmanencia y trascendencia definen su ser y su obrar como sacramento de Cristo en el mundo. La Iglesia se encuentra con el hombre entero; como éste, debe ser visible y tangible, al mismo tiempo que invisible y espiritual; salvación individual y salvación del género humano no pueden separarse.
`La existencia socialmente más perfecta y más dichosa que pueda imaginarse sería sin duda la cosa más inhumana del mundo, si no estuviera acompañada de una auténtica renovación de la vida interior; de la misma manera que la vida interior no sería más que pura mistificación si se replegara sobre sí misma en una especie de egoísmo refinado.`
(Hans Urs von Balthasar, El cardenal Henri de Lubac