En la puritana Inglaterra de la reina Victoria era axiomático el requisito de que los cuentos infantiles tuvieran moraleja. Los de Alicia no la tenían y quizá por eso se ganaron el favor del gran público. La cuestión principal que parece preocupar hoy en día acerca de este par de clásicos de la literatura infantil es saber si son o no en realidad cuentos para niños. Sea cual sea la respuesta, lo que está claro que diferencia a las dos "Alicias" de la inmensa mayoría de sus congéneres es que son cuentos que interesan también a las personas mayores. Esta edición comentada de "Alicia en el País de las Maravillas" y "A Través del Espejo" es la primera en español que acentúa el punto de vista lógico y lingüístico. La evidencia de que la lógica de la imaginación implícitamente contenida en los cuentos de Alicia es la misma que el autor hizo explícita en sus ensayos lógicos quizá ayude a atisbar algo más el misterio de ese fascinante genio creador del disparate lógico y lingüístico que, para intriga y deleite de niños y mayores, fue Lewis Carroll.
John Milton (1608-1674) es el más importante de los poetas en lengua inglesa del siglo XVII. Su profundo conocimiento de los clásicos y sus viajes por Europa, signos de la más típica formación renacentista, contribuyeron a la gestación de este poema que se produce como una obra de madurez. "El Paraíso perdido" es el poema más importante de contextura moderna. A partir del relato bíblico, el autor recrea un poema alegórico sobre el destino y la salvación humana.
Fiódor M. Dostoievski escribe "Memorias del subsuelo" en un momento social y político bastante complejo, al que se une la delicada situación personal por la que el autor estaba atravesando: su mujer se moría y su tormentosa relación sentimental con una joven le causaba dudas y remordimientos que incidían en una evidente crisis personal. El resultado de esa situación histórica, personal, vital y anímica es una obra que en pocas páginas concentra más contenido filosófico que ninguna otra obra del autor, y en la que se plantean las cuestiones más extremas que un hombre pueda hacer. "Memorias del subsuelo" es una obra contradictoria, no exenta de matices. En forma de diálogo, un hombre sin nombre ni identidad concreta, excepto la de ser un funcionario, como se presenta a sí mismo desde las primeras páginas, va narrando las memorias de su tragedia personal. Dostoievski logra crear con él uno de los mejores y más impactantes antihéroes de su ingente producción novelística, como lo son Raskólnikov o Iván Karamázov, un sujeto retórico de difícil imitación, en el que las raíces eslavófilas y el innegable rechazo a la imposición burocrática se aúnan en todo un tratado.
Un viajero inglés conoce a una enigmática y elegante dama francesa, Berthe de Rennes, que vive retirada, dedicada a pintar, en la isla egea de Mitilene. Cautivado por uno de sus cuadros, en el que aparece un bullicioso puerto del Caribe a los pies de un volcán, poco a poco el viajero se gana la confianza de Berthe, y ésta empieza a hablarle de cierta isla antillana, Saint-Jacques, al oeste de María Galante y de Dominica, un exótico paraje en el que, entre finales del siglo XIX y principios del XX, transcurrió su juventud.Institutriz de los cinco hijos de los Serindan, una de las grandes familias aristocráticas de la isla, Berthe vivió de cerca una dramática y romántica intriga en medio de las exuberantes plantaciones, la displicencia de la nobleza criolla, la vitalidad de los negros descendientes de esclavos y la omnipresencia del volcán.Precisamente, en una noche del martes de carnaval, mientras pasan las mascaradas por los salones abigarrados, los numerosos invitados –incluidos el gobernador, el extravagante capitán Joubert y la flor y nata de la isla– disfrutan de exquisiteces y suenan los violines, la intriga cederá el protagonismo al humeante volcán. Gran viajero, prosista finísimo y hombre culto sin permitirse jamás caer en la pedantería, Fermor regala a los lectores, con Los violines de Saint-Jacques –una de sus escasas y por eso mismo valiosas obras de ficción–, una auténtica joya en la que despliega todo su talento narrativo.
La multitud de temas que aborda esta obra hacen de ella una novela total, fiel reflejo de la vida misma, donde lo real y lo maravilloso, lo trágico y lo cómico, se mezclan dando forma a una obra de notable originalidad.
A pesar de haber sido considerada tradicionalmente como una obra de literatura juvenil, "Huckleberry Finn", según el propio Twain, no es una obra "de muchachos" ni "para muchachos". Su protagonista es un muchacho desharrapado que no va a la escuela, roba y utiliza un lenguaje popular y barriobajero. A través de sus atónitos ojos de chiquillo espabilado, Mark Twain consige realizar sus mayores ambiciones literarias, creando a partir del color local una historia universal, un libro cuyo impacto en el lector es profundo y duradero: todo un clásico de la literatura.