Junto con su amigo Gregorio de Nacianzo y a su hermano Gregorio de Nisa, Basilio de Cesarea forma el grupo de los denominados «Padres capadocios», que desempeñó un papel decisivo en la vida y la doctrina cristianas del s. IV.
Y quizá el «Magno» –como se lo apodó ya en la Antigüedad– sea el más polifacético de los tres: creyente, pastor, teólogo, defensor de la misión eclesial frente al poder político, asceta y organizador de la vida monástica, predicador, maestro espiritual, escritor…
Las llamadas Reglas Morales, con sus «Prólogos», destacan en su extensa obra literaria.
Todas ellas están originariamente dirigidas a los mismos destinatarios, los creyentes de a pie; todas orientadas al mismo fin: tener «plena certeza de cuáles son las obligaciones» esenciales de un cristiano que quiera vivir el Evangelio con coherencia; todas marcadas por un estilo peculiar respecto al resto de la producción basiliana.
Según J. Quasten, «constituye la pieza más antigua y más importante del corpus asceticum».
Precisamente en esta obra se revela Basilio del modo más auténtico y da lo mejor de sí mismo: aquí emplea todos los recursos de su espíritu, comunica su sentir más profundo, abre su corazón con toda franqueza, sin preocuparse de mediar culturalmente y sin artificio literario alguno, de modo que este es el primer libro que debe leer quien quiera conocer de verdad a Basilio: no hay más que escucharlo, ante todo cuando habla a sus hermanos en la Iglesia, que comparten con él –con el mismo empuje y seriedad– «el objetivo de complacer a Dios».
Las introducciones, comentarios y notas ayudan a profundizar en distintos aspectos de la obra de este gran Padre de la Iglesia.
La presente traducción es la primera edición íntegra de esta obra que se publica en castellano.
Siempre se ha considerado gigante el legado intelectual y espiritual de Agustín de Hipona, por su capacidad de tratar sobre lo que más interesa al ser humano. Es el Padre de la Iglesia más influyente y, a pesar de vivir en el s. V, sus escritos mantienen una asombrosa actualidad. Es el autor más citado en el Concilio Vaticano II y en el Catecismo de la Iglesia Católica.El autor nos ofrece una valiosa síntesis sobre el patrimonio espiritual de san Agustín, deteniéndose de modo especial en la caridad, la oración y la gracia.
Edición preparada por Pablo Cervera y Carlos Granados.
Comité científico de revisión de los textos: Manuel Aróztegui, Pablo Blanco, Olegario González de Cardedal y Gabino Uríbarri.
«De estudiante yo había leído mucho a san Agustín, por lo que me sentí capaz de trabajar ese tema en el tiempo prefijado. Söhngen seguramente esperaba que el 0trabajo pudiese confirmar su conjetura, proveniente del catecismo de Trento, de que “pueblo de Dios” era el concepto central de la eclesiología de san Agustín. En mi trabajo esa expectativa no se confirmó. En el Nuevo Testamento “pueblo de Dios” designa a Israel. San Agustín lo sabía, y mostró que los pueblos gentiles solo llegan a ser pueblo de Dios a través de su comunión con Cristo, el portador de la promesa, que solo pueden llegar a ser “pueblo de Dios” en el “cuerpo de Cristo”» (Benedicto XVI).
Traducida del original alemán (Joseph Ratzinger. Gesammelte Schriften. Volk und Haus Gottes in Augustins Lehre von der Kirche. Die Dissertation und weitere Studien zu Augustinus und zur Theologie der Kirchenväter) por José Mardomingo, Xabier Pikaza y José Ramón Matito; además de textos revisados de traducciones ya publicadas por Ediciones Encuentro, Editorial Herder y Ediciones Cristiandad.
Este octavo volumen comprende dos tratados: Tratado de la prudencia; Tratado de la justicia.
Texto latino de la edición crítica leonina, traducción y anotaciones por una comisión de PP. Dominicos presidida por Francisco Barbado Viejo. Volumen séptimo en texto bilingüe (de los dieciséis de que consta) de la nueva edición en la serie BAC Thesaurus de la Suma teológica de santo Tomás de Aquino. Reimpresión de la primera edición de 1956.
Obra cumbre de su doctrina teológica, santo Tomás la redactó a lo largo de su intensa vida docente (1266-1273), y que no pudo concluir por alcanzarle la muerte a la temprana edad de cuarenta y nueve años.
Orígenes es el teólogo más agudo y profundo de los primeros siglos de la Iglesia, y así se presenta en estas homilías, rescatadas para la posteridad por la traducción al latín de san Jerónimo. Son 39 piezas, 33 de ellas sobre los cuatro primeros capítulos "la infancia de Jesús, su genealogía y los primeros pasos de su vida pública" y seis dedicadas a otros pasajes del mismo evangelista, lo que ha llevado a sospechar que esta traducción no sea completa y suscitado el interés por compilar comentarios de Orígenes al mismo Evangelio diseminados en diversas fuentes antiguas y que probablemente formarían parte del original perdido. En este volumen se recogen los 91 pasajes que hoy se consideran auténticos.La actividad exegética de Orígenes se inserta en una tradición cuyas fuentes son la predicación de la sinagoga judía y la diatriba de la época helenística tal como era practicada por el neoplatonismo. Sobre esos precedentes el teólogo alejandrino desarrolla una teoría hermenéutica que supera la letra y penetra en el sentido figurado y alegórico de un texto. Para él, a menudo se debe partir de la primera, pero lo decisivo es penetrar en el significado ético y alegórico del pasaje bíblico, donde radica la fuerza de la Sagrada Escritura, la gracia, que el oyente o lector experimenta más cuanto más penetra en su sentido último.Orígenes pretende edificar a sus oyentes o lectores para que su conducta se impregne cada vez más del espíritu de los libros sagrados.Estas homilías destacan por su cristocentrismo y su piedad mariana. También son dignos de resaltar el papel relevante del precursor, los ángeles y el demonio en el plan divino de la Redención.La presente traducción es la primera edición íntegra de esta obra que se publica en castellano.
Tercera edición bilingüe actualizada; promovida por la Federación Agustiniana Española (F.A.E.).
Introducción general de Pío de Luis, OSA. Traducción y notas de Pío de Luis,OSA y José Anoz, OSA. El texto latino tomado de diversas fuentes, que se indican al principio de cada sermón, ha sido preparado por Enrique Garmón, OSA.
Es difícil precisar la faceta más preponderante y definida de San Agustín. En cualquier aspecto que se le considere, nos asombra su genio poderoso y la amplitud de su vuelo. Sin dejar de ser nunca el gran pensador, que hunde su mirada en todos los problemas de la religión y del saber, el quehacer que llenó toda su vida fue la actividad apostólica del predicador sagrado. En instruir y adoctrinar a los fieles de Hipona desplegó su celo inagotable, explanándoles maravillosamente, en todos los tonos, los misterios de la fe y las verdades del Evangelio. El genio de San Agustín se pliega a la condición de sus oyentes para introducirles en el conocimiento de las verdades más altas. Recorre todas las gamas del estilo, desde el más familiar al más elevado y noble. Su unción incomparable se prodiga en innumerables recursos para ponerse al alcance de los más ignorantes. Los sermones de San Agustín serán siempre modelo vivo de predicación sagrada, de profundidad y sencillez, de gracia expresiva, de exposición catequística y pedagógica.
Lactancio, uno de los autores latinos más importantes de los s. iii y iv fue maestro personal del hijo del emperador Constantino. Por su claridad y su vigor excepcional en la formulación de su pensamiento, le ha merecido ser objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos. En este volumen se presentan dos obras que, por su interés y por la vinculación que existe entre ellas, permiten que ambos escritos salgan a la luz en un único volumen.Aparte del interés que suscitan ambos temas ?a saber, la disposición divina del cuerpo humano y justificación racional de la cólera celeste?, este volumen tiene el privilegio de ser la primera versión en español de estas dos obras de Lactancio.
Los Padres de la Iglesia no son solo autores relevantes de la antigüedad, sino que son los “padres”, porque la Iglesia, a través del Evangelio, recibió de ellos la vida. Pero es fácilmente constatable que la “vida patrística”, fuente de vida cristiana, apenas ha llegado a las manos y al conocimiento de los cristianos en general.
Con este trabajo, el autor quiere acercar los Padres de la Iglesia a cualquier cristiano consciente, de a pie, y, para conseguirlo, presenta a los Padre tal y como fueron ante todo: testigos y maestros de vida cristiana.
El libro del Antiguo Testamento que se cita con más frecuencia en el Nuevo es, sin lugar a dudas, Isaías, y particularmente los capítulos 40-66, en los que el uso de la metáfora es incesante.
Según la interpretación de los principales Padres de la Iglesia, el mensaje de estos capítulos es sobre todo soteriológico más que cristológico, es decir, más centrado en el proceso de la salvación que en la identidad del Salvador.
Se trata, pues, de un mensaje que nos introduce en una comprensión más profunda sobre el juicio de Dios y la salvación.
Por otra parte, podemos decir que Isaías 40-66 es lo más cercano a una teología sistemática que se puede encontrar en el Antiguo Testamento.
Los escritos que se presentan en este volumen nos ofrecen una gran variedad de estilos y enfoques teológicos, que van desde los comentarios de Teodoreto de Ciro a Eusebio, Procopio, Cirilo de Alejandría, Jerónimo y Agustín.
Los lectores tienen a su disposición, por tanto, una amplia selección de textos, algunos de los cuales se traducen por primera vez al castellano.
Cecilio Cipriano Tascio (comienzos del s. III – 14 de septiembre del 258) se convirtió al cristianismo en edad madura y pronto llegó a ser Obispo de Cartago. Durante un decenio guió con firmeza y autoridad la Igle­sia africana en un periodo de grave crisis, mar­cado por las persecuciones, la peste y los cismas, dando muestras de una gran personalidad cris­tiana y unas dotes admirables de pastor cercano y atento a las necesidades de los fieles. Toda su producción literaria deriva directamente de su celo y actividad pastoral, respondiendo a los problemas y situaciones que afectaban a la co­munidad cristiana africana. Su misión fue co­ronada con la palma del martirio, algo que contribuyó a confirmar y extender su fama más allá de los confines africanos y de su tiempo, hasta constituir una figura ideal de obispo y mártir, considerado por muchos como el mayor teólogo de la «Iglesia» antes del siglo IV, y que representa uno de los testimonios más claros e importantes de la doctrina sobre la communio eclesial y sus implicaciones.
Traducción de Daniel Ruiz Bueno.
Ante el desprestigio en que había caído el ministerio sacerdotal en el siglo Juan Crisóstomo escribió esta obra con el fin de ensalzar la dignidad del sacerdocio cristiano, exhortar a quienes lo ejercen para que lo vivan virtuosamente y mostrar los grandes bienes que acarrea para el Pueblo de Dios el buen gobierno de sus pastores. En este Año Sacerdotal, su lectura sigue siendo recomendable, pues presenta no pocos aspectos siempre actuales.