Hay dos modos de entender la filosofía que han quedado clásicamente representados para siempre: el uno, en los capítulos iniciales de la Metafísica de Aristóteles; el otro, en la Defensa de Sócrates escrita por Platón.
Según el primero, de nada necesita menos el hombre que de la filosofía. Para que ella nazca, el hombre tiene que haber alcanzado el «ocio» perfecto. De acuerdo con esta visión, la filosofía se reduce a tesis, pruebas e hipótesis. Todo en perfecta objetividad.
Desde la perspectiva socrática, por el contrario, la filosofía es imprescindible para vivir. Mejor aún, es un modo de vida, el único modo posible de vida humana verdadera. En este sentido, las proposiciones, las pruebas y las hipótesis pasan a ser partes vivas del hombre, y el pensar se convierte en el más pleno de los sentimientos, en la obra moral por antonomasia, en el camino para perseguir la santidad de Dios mismo.
La Filosofía va al cine es una nueva forma de introducción a la Filosofía que utiliza el cine para acercarnos y hacernos entender los puntos de vista e ideas filosóficos. Falzon hace un recorrido por las ideas filosóficas de pensadores como Platón y Descartes hasta Marcuse y Foucault, utilizando los argumentos y personajes de películas, por todos conocidas, como vehículo idóneo para introducirnos en la naturaleza de los problemas filosóficos que él plantea en torno, por ejemplo, a la teoría del conocimiento, la propia identidad, pensamiento crítico, etc.
La Biblioteca del Cincuentenario comenzó su andadura en 1998, y está publicando una selección de títulos editados por Rialp en los primeros 50 años de su existencia.
La Biblioteca reúne aquellos libros que a juicio de los editores son demasiado buenos para ser olvidados.
Ética del quehacer educativo pertenece a esa categoría de libros. Es un estudio muy vivo y realista sobre el carácter ético de la labor educativa. Ofrece orientación a todos los que la ejercen, propicia una mayor toma de conciencia, y constituye, pese a su brevedad, todo un vademecum del educador.
Carlos Cardona es ya conocido como un notable representante de la filosofía fortalecida por la revelación cristiana, en la que destaca por el realismo de los temas que afronta. En él se armonizan la búsqueda de las raíces del saber y una muy rica experiencia de humanidad.
Después de muchos años de trabajo en Italia y otros países europeos, volvió a su Cataluña natal. Falleció el 13 de noviembre de 1993.
Escribió ensayos filosóficos: Metafísica de la opción intelectual; Metafísica del bien común; Metafísica del bien y del mal...; un compedio de sus poemas, titulado Tiempo interior; y, como obra póstuma y sintética de su pensamiento, Olvido y memoria del ser.
En Ética del quehacer educativo la profundidad del pensamiento del autor se une a una sencillez expositiva y un interés por el sentido ético de las cuestiones educativas más cotidianas.
El filósofo norteamericano John R. Searle debe su renombre internacional a sus trabajos sobre el lenguaje y la mente. En este texto prosigue su labor en el campo de la filosofía práctica, retomando desde su propia perspectiva algunas cuestiones fundamentales, a saber, las de la libertad y el poder político. ¿En qué consiste ser libre? Si acudimos a los logros de la investigación contemporánea en el ámbito de las ciencias cognitivas y de la neurobiología, debemos reconocer una determinada relación con la hipótesis del determinismo. La pregunta, entonces, es: ¿cuál ha de ser la naturaleza de la mente, como hecho físico, para que la libertad sea posible?
Traducido del original italiano (La vigna di Nabot. Saggio di etica politica, Caccuci Editore, Bari 2001) por Pedro Miguel García Fraile.
¿Puede la ética primar en la política? ¿Se puede poner límite a los abusos de poder? ¿Qué papel juegan las opiniones y las pasiones personales en la administración de la polis? ¿Cuáles son los ídolos de los gobernantes? ¿Qué importancia tiene la educación en todo esto? ¿Cómo puede transformarse una institución vendida al mal en otra orientada al bien común? ¿El presente ensayo pretende responder a todos estos interrogantes presentando los contenidos fundamentales de la ética política católica, tal y como ha sido elaborada por el Magisterio Social de la Iglesia.
Rocco D’Ambrosio (Cassano delle Murge, 1963), sacerdote de la diócesis de Bari, es profesor de Ética Política en la Facul-tad de Ciencias Sociales en la Pontificia Univ. Gregoriana de Roma y en el Instituto Teológico Pugliese de Molfetta. Ha publicado diversos ensayos de filosofía política y colabora con distintos organismos eclesiales, en tareas de formación social, política y laboral.
«Este volumen constituye una especie de apéndice a mis Obras completas. Ninguno de estos trabajos está contenido en ellas.
Los escritos de este volumen han sido seleccionados siguiendo el criterio de que aporten puntos de vista adicionales a trabajos anteriores. En su mayoría son redacción de conferencias no escritas previamente, y que han sido reelaboradas para su impresión. La última parte está formada por un pequeño grupo de textos que en realidad no pertenecen tanto al ámbito de mi trabajo como al de mis inclinaciones personales. Por eso las he titulado "Glosas"» (Nota editorial de H. G. Gadamer a esta obra).
«Caminos del reconocimiento» es, a la vez, una lección de historia de la filosofía y un ensayo especulativo que intenta liberar al hombre de hoy de la influencia mercantilista y de las relaciones de dominio.
Desde la semántica, el reconocimiento aparece pleno de polisemia –presente en las definiciones lexicográficas–, pero muy lejos de la homonimia. Reconocer es, ante todo, identificar un objeto, un lugar, una persona. Descartes, Kant o Proust sirven de guías en esta aventura. Luego, en el reconocimiento de sí, Ricoeur retoma temas desarrollados en «Sí mismo como otro», como la capacidad del hombre de reconocerse responsable de sus actos. Identidad, memoria y promesa son abordados aquí desde la perspectiva del reconocimiento. Finalmente, desde las relaciones con el otro, y más allá de la mutualidad y la disimetría originarias entre «el yo y el otro», el autor nos invita a preservar la justa distancia, garante de la alteridad.
En esta su última obra, Ricoeur intenta elevar el reconocimiento al estatuto del filosofema desde una perspectiva fenomenológica. La exploración así emprendida concluye que la conciencia tiene como horizonte al otro y es necesariamente reciprocidad.
Discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, instalado por tanto en el corazón mismo de la familia, trust o tripartito de cerebros más potente de toda la historia de la filosofía, Platón es un gigante del pensamiento cuya genialidad nadie niega, pero cuyas teorías han sido una y otra vez tan apasionadamente discutidas como elogiadas. Toda la filosofía de Platón es para Taylor una filosofía de la mente o la razón, cuyas funciones supremas son la investigación de la verdad y la práctica de la justicia. La meditación sobre el alma y la muerte, la contemplación de las Ideas, el análisis de la vida virtuosa, el diseño de un Estado ideal, la teoría de la decadencia de las formas políticas y una visión científico-matemática del cosmos son ingredientes principales de esa filosofía, que explica mucho de lo mejor de las posteriores teorías de Aristóteles, que inspiró más de uno de los principios que dieron lugar a la emergencia de la física matemática en los primeros siglos de la Edad Moderna, y que anticipó con el experimento mental de la República buena parte de los principios comunitarios subyacentes a la experiencia histórica del marxismo. Un Anexo final ilustra el ensayo de Taylor con dos textos emblemáticos de la República de Platón: el pasaje de la línea dividida y el mito de la caverna.