Las familias sienten a veces una lejanía de la Iglesia cuando muestran sus problemas: muchos sacerdotes no saben qué hacer ante ellos; las mismas actividades eclesiales que se les ofrecen tantas veces no están concebidas para la familia, sino para personas individuales. Por otro lado, el esfuerzo enorme por la pastoral juvenil (tantas veces de «tiempo libre», pero no de «enseñar a vivir») que se ha hecho estos años, después del Concilio, no ha conducido en ningún momento a un desarrollo de la pastoral familiar… Una pastoral entendida como un conjunto planificado de acciones particulares en vista de resultados estratégicos ha conducido a esta marginación real, a pesar de que se digan muchas cosas sobre la importancia de la familia. No se sabe qué hacer con la familia en las actividades comunes y en los planes pastorales. Se la reconoce como una institución muy importante para la sociedad y para la Iglesia, pero la fuerza de este discurso teórico no se traduce en una realidad pastoral activa. En este libro se ofrecen algunas claves para responder a estos problemas, reorientando y vivificando la pastoral familiar
Juan José Pérez-Soba (Madrid, 1964), sacerdote diocesano de Madrid, es profesor ordinario del Pontificio Instituto Juan Pablo II en Roma y profesor invitado en la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid.
Invitación a la lectura y edición española de Gabriel Richi Alberti.
Se ha hablado mucho de la vida y de la moral cristianas insistiendo en el aspecto de la pura obligación, con el efecto de haber suscitado en la conciencia moderna un terrible resentimiento. La originalidad del cristianismo depende, sin embargo, de la vida que deriva del misterio de Dios y que penetra en cada uno de nosotros para poner en cuestión toda nuestra existencia. Esta obra ofrece pistas dadas para la reflexión a laicos que quieren vivir de acuerdo con su fe; plantea la cuestión de la moral cristiana y se pregunta sobre la posibilidad del compromiso cristiano en el mundo de hoy.
Marie-Joseph Le Guillou (1920-1990), dominico, doctor en teología, miembro del centro Istina y de la Comisión Teológica Internacional, fue profesor del Instituto Católico de París, donde fundó el Instituto Superior de Estudios Ecuménicos.
Se cumple aproximadamente medio siglo de la celebración del Concilio Vaticano II. Desde entonces han tenido lugar hechos de gran trascendencia en los diferentes ámbitos de la Iglesia y del mundo, algunos vinculados en mayor o menor medida a lo ocurrido en la magna asamblea conciliar. Transcurridos estos cincuenta años es momento de hacer balance de ellos, incluidos los que a la sombra de la misma se han desarrollado, a veces sin más justificación que el voluntarismo de quienes los impulsaban. El tiempo ha pasado y con él nosotros. Merece la pena que intentemos dar razón de él.
Manuel Bustos Rodríguez es catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Cádiz y Patrono de la Fundación Universitaria CEU-San Pablo, es miembro de la Academia de Europa y de la Real Academia Hispanoamericana. Entre sus obras relacionadas con el tema están: Europa del viejo al nuevo orden (1996), Pemán en su tiempo (1897-1981) (dir.) (1997), La paradoja posmoderna. Génesis y características de la cultura actual (2009) y ¿Paraíso en la tierra? La crisis de las utopías (2010)
Cincuenta años después de la apertura del Concilio Vaticano II, que ha supuesto un importante cambio en la historia de la Iglesia, el papa Benedicto XVI promulgó el Año de la Fe, a partir de octubre de 2012. Lejos de convocar un nuevo concilio e igualmente opuesto a la idea de arrojar el Vaticano II a las mazmorras de la historia, el cardenal Marc Ouellet nos entrega con confianza la certeza de la fe contenida en las cuatro constituciones conciliares y los decretos consiguientes. «Es necesario volver al Concilio», decía el beato Juan Pablo II en el año 2000. Y esto precisamente es lo que el cardenal Oullet quiere proponer en esta interesante entrevista que mantuvo con el P. Geoffroy de la Tousche.
Marc Ouellet (La Motte, Canadá, 1944) fue creado cardenal en 2003 por el papa Juan Pablo 11. En la actualidad es Prefecto de la Congregación para los Obispos y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, así como miembro de la Academia Pontificia de Teología.
«Vivir la sorpresa de Dios cada día». Así respondía D. Juan Esquerda Bifet a la pregunta «¿Qué proyectos de futuro contempla?», en una entrevista publicada hace unos meses. Para vivir esta sorpresa hace falta un lento aprendizaje, hace falta «aprender a creer». Y de aquí precisamente nace este libro, cuyas páginas son a la vez testimonio de fe y una breve aproximación doctrinal al tema de la fe, desarrollada en forma de entrevista y organizada al hilo de la carta apostólica Porta fidei, que sirve de guía para la celebración del Año de la Fe.
Juan Esquerda Bifet (Lérida, 1929), catedrático emérito de Misionología en la Pontificia Universidad Urbaniana y director emérito del Centro de Animación Misionera (Roma), ha escrito numerosos libros sobre temas misionológicos. Entre los publicados en la BAC destacan: Diccionario de la evangelización (1998), Introducción a la doctrina de san Juan de Ávila (2000), La misión al estilo de los Apóstoles (2004) y Misionología (2008).
Jesús ben Sirá finaliza su obra ―Eclesiástico o Sirácides— evocando el pasado. Los últimos capítulos del libro son una auténtica galería, una lectura de la historia. Los cuadros expuestos son numerosos y variados. Así, el autor elogia a «los hombres ilustres / a nuestros padres según sus generaciones» (Sir 44,1). El visitante puede contemplar el semblante de Noé o del sacerdote Simón (220-125 a.C.). El autor pretende que sus contemporáneos adquieran «ciencia e inteligencia» (Sir 50,27). Podemos admirar otra galería de antepasados en la carta a los Hebreos. En ella penden esbozos desde Abel hasta hermanos desconocidos y torturados (incluso asesinados) por el hecho de ser cristianos. Nuestros mayores, ¿no tendrán algo que decir a las generaciones actuales? Visitemos la Galería de ancianos, y detengámonos en el cuadro que más nos plazca.
Ángel Aparicio Rodríguez (Torquemada, Pa­lencia), claretiano, es catedrático de la Universidad Pontificia de Salamanca en el Instituto Teológico de Vida Religiosa (Madrid). En la BAC ha publicado también Los salmos, oración ele cada día (2010) y Comentario filológico a los Salmos y al Cantar de los cantares (2012).
Con motivo del Año de la Fe, se publica este libro que pretende responder a algu­nos de los grandes interrogantes que se plantea el hombre de fe: ¿Se puede demostrar la existencia de Dios? ¿Es compatible la teoría de la evolución con la fe? ¿Por qué es tan exigente la moral de la Iglesia? ¿Existen el cielo y el infierno? El libro se estructura en forma de preguntas que se pueden seleccionar desde el índice. Se ha buscado un lenguaje coloquial, pero sin olvidar la seriedad de una argumentación que nos conduzca a la verdad.
José Antonio Sayés es doctor de Teología por la Universidad Gregoriana (Roma) y profesor de Teología fundamental en la Facultad de Teología de Burgos. Es autor de muchos libros, sobre todo en el ámbito de la teología, entre los que destacan Señor y Cristo (2005), Teología y relativismo (2007), Teología fundamental (32009) y La gracia de Cristo (2010).
La simbólica imagen de Benedicto XVI sembrando un cedro de la paz en el palacio presidencial libanés resume su extraordinario viaje apostólico al país de los Cedros del 14 al 16 de septiembre. De hecho, la frase de Jesucristo «la paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde» (Jn 14,27) ha sido no solo el lema del viaje del Papa al Líbano —y desde el Líbano a todo Oriente Medio—, sino también su verdadero hilo conductor, su proclama más reiterada, suplicada y explicitada. Todo ello sin olvidar que el motivo principal del viaje fue la firma y publicación de la Exhortación postsinodal Ecclesia in Medio Oriente.
Las preguntas de esta entrevista a Mons. Munilla han sido formuladas siguiendo a grandes rasgos el Credo niceno-constantinopolitano. Partiendo de temas referentes a la afirmación «Creo», se organizan luego en tomo al desarrollo trinitario propio de nuestro Credo, en el que van apareciendo las grandes cuestiones de nuestra fe. Se trata de preguntas formuladas en tono claro que recogen en ocasiones tópicos y pretenden acertar con lo que es «la pregunta del hombre de hoy». A la pregunta del hombre contemporáneo no se responde con afirmaciones meramente humanas, de tipo sociológico, terapéutico, psicológico o histórico. El hombre busca la respuesta de Dios. Jesús se encamó precisamente para traernos esa respuesta salvadora de Dios, y la Iglesia vive con el deseo de transmitirla a los hombres.
Edición preparada por Jesús de las Heras Muela.
La tercera visita pastoral del papa Benedicto XVI a su Alemania natal, del 22 al 25 de septiembre, ha girado sobre cuatro ejes fundamentales: el encuentro con la comunidad católica, la propuesta cristiana al mundo de la increencia, el ecumenismo y el diálogo con la sociedad política. Su memorable periplo alemán por las localidades de Berlín, Erfurt y Friburgo fue fiel a lo que el propio Benedicto XVI afirmó en un mensaje televisivo en las vísperas de su viaje: los viajes papales «no son turismo religioso, ni un show», sino oportunidades evangelizadoras para mostrar la existencia, la grandeza, la belleza y la necesidad de Dios
El breve pero intenso viaje pastoral que el papa Benedicto XVI realizó a Croacia el 4 y 5 de junio de 2011 tuvo distintas motivaciones: en principio, presidir el I Encuentro Nacional de las Familias Católicas croatas; luego, reavivar y expandir las bien arraigadas raíces cristianas del país, alentando su presente y su futuro en medio de las nuevas encrucijadas derivadas de la crisis económica y moral y su próxima integración en la Unión Europea (UE); y, finalmente, contribuir a la sanación definitiva de las heridas de la guerra de hace dos décadas —precisamente en el vigésimo aniversario de la declaración de independencia del país— y servir a la paz, la integración, la concordia y la reconciliación
El papa Benedicto XVI realizó los días 6 y 7 de noviembre de 2010 un breve e intenso viaje apostólico a España, concretamente a las ciudades de Santiago de Compostela y Barcelona.
Y si hubiera que buscar una palabra que definiese la visita papal, esta sería «hermosura». Porque las treinta y dos horas de la presencia del Sucesor de Pedro en esta tierra e iglesia apostólica de España fue un espléndido, bello y hermoso ejercicio del encuentro, del servicio y del testimonio de la Iglesia en favor de la sociedad, en este caso la sociedad española, y desde ella para Europa y para la entera humanidad.
Edición preparada por la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, el Anuncio y la Catequesis de la Conferencia Episcopal Italiana.
Traducción del italiano por Ricardo Lázaro Barceló.
Título original: Lettera ai cercatori di Dio.
Fruto de un trabajo colegial que ha implicado a obispos, teólogos, especialistas en pastoral y catequesis y expertos en comunicación, esta carta se dirige a los «buscadores de Dios», es decir, a todas aquellas personas que se hallan en búsqueda del rostro del Dios vivo: los creyentes y cuantos —no siéndolo— advierten la profundidad de los interrogantes sobre Dios y sobre las cosas últimas.
El viaje apostólico de Benedicto XVI al Reino Unido, del 16 al 19 de septiembre de 2010, fue un éxito, una gracia, un acontecimiento histórico repleto de escenas y discursos memorables, repleto, en suma, de esperanza. Su clave estuvo en su lenguaje sabio y sencillo, en sus hechos y en sus dichos, de corazón a corazón. Por todo ello, esta visita fue un viaje apasionante, un viaje misionero para transmitir la pasión por la verdad y la pasión por Dios, cuyo último gran acto fue la beatificación del cardenal John Henry Newman.
Fiel a su estilo habitual y al guión de sus viajes apostólicos ―breves, pero intensos y enjundiosos―, Benedicto XVI volvió a suscribir del 4 al 6 de junio de 2010 una memorable página en los anales de su pontificado con la visita a la isla de Chipre. Ha sido, además, el primer Papa, el primer Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, en viajar a este olvidado rincón del este del Mediterráneo, Iglesia apostólica, puente entre Oriente y Occidente, bisagra entre Europa, Asia y África, histórica encrucijada de religiones y culturas, emblemático enclave y avanzadilla hacia Oriente Próximo y, asimismo, concentrado y paradigmático signo de las luces y de las sombras de esta región.
La peregrinación de Benedicto XVI a Portugal, del 11 al 14 de mayo de 2010, fue tiempo de gracia y de fortalecimiento para la Iglesia y de luminosa propuesta para toda la humanidad. Asimismo, el viaje volvió a contribuir al acrecentamiento de la figura de Benedicto XVI como el Papa sabio y humilde, sereno y firme que la providencia ha regalado a la Iglesia y a la humanidad. El mismo Pontífice, postrado ante la imagen de la Virgen de Fátima, pidió la intercesión de la Señora para que «el Papa sea firme en la fe, audaz en la esperanza y ferviente en el amor».
Benedicto XVI, siguiendo los pasos de sus predecesores, Pablo VI y Juan Pablo II, viajó a Tierra Santa en mayo de 2009. Para él, «se trató, ante todo, de una peregrinación; más aún, de la peregrinación por excelencia a los manantiales de la fe y, al mismo tiempo, de una visita pastoral a la Iglesia que vive en Tierra Santa; una comunidad de singular importancia, pues representa una presencia viva en los lugares donde tuvo su origen». Es por ello que la Biblioteca de Autores Cristianos ha considerado que no se debía privar a los lectores de lengua española de un preciado tesoro: los discursos pronunciados por el sucesor de Pedro en los parajes en que tuvo lugar la redención del género humano.
Uno de los temas que mayor atención requiere actualmente dentro de la Iglesia es el del sacerdocio. Además, en él hay un aspecto que merece especial consideración: la fraternidad sacramental. El autor del libro ofrece una reflexión acerca de ella, elaborada desde una eclesiología de comunión y con el fin de que la fraternidad entre los presbíteros aparezca, ante el mundo, como un verdadero testimonio de unión y de amor.
Este libro se escribe desde la atalaya de vivencias personales. Se deja acompañar de una sosegada observación y de una inmensa reflexión. El panorama que contempla se refiere a hombres y mujeres que cuajan su madurez en sus años de ancianidad. Unos transitan su presencia por los espacios abiertos de la ciudad; otros rezuman su reflexión en su piso familiar, el hospital o la residencia geriátrica. En principio, se intenta armar un cálido cestillo para recoger y plasmar situaciones objetivas, testificar vivencias reales y mostrar aspectos subjetivos de quienes cursan su particular carrera de ancianidad. Uno piensa que acercarse reflexivamente a estas realidades de madurez resulta interesante desde una expectativa existencial, real y concreta, y no sólo para los protagonistas directos —mayores, ancianos—, sino también para los acompañantes cercanos, familiares, parientes, amigos.
Hoy somos capaces de vivir mucho, pero de sentir muy poco. La modernidad ha secado la afectividad del hombre, porque la lógica racional en la que vive lo incapacita para aceptar el misterio de Dios. El hombre de hoy tiene que reencontrar su afectividad para poder recuperar, sentir, la presencia de Dios en su vida. Este es el caso de nuestra autora, que nos habla desde su experiencia con enfermas de SIDA. Sus profundas reflexiones, cargadas de sencillez evangélica, nos hacen sentir que, con toda verdad, Dios también está abajo.
María Luz Aldea Ferradal, natural de Ávila, realizó estudios de auxiliar administrativo y de auxiliar de enfermería. En la actualidad se dedica al cuidado de enfermos.