Con emoción y sensibilidad, una madre describe la vida y el doloroso final - sin perder la alegría - de su hija mayor. Su actitud frente al sufrimiento y a la muerte resplandece con un brillo maravilloso.
Ilona era una muchacha alegre y cariñosa; pasó una infancia y juventud maravillosas. Cuando tenía 19 años, los médicos le diagnostican cáncer linfático del grado más grave. Un diagnóstico trágico. ¿Cómo puede querer Dios algo así?
Para Ilona y su familia comienza un tiempo lleno de preocupaciones y esperanzas, temores y un cariño creciente dentro de la familia. De un modo milagroso, la joven Ilona no se desespera por sus dolores, sino que soporta su mortal enfermedad, hasta el último momento, llena de confianza, gracias a su fe sencilla y sacrificada. Con una alegre entrega y un sí sencillo se abandona en las manos de Dios y se deja llevar por Él a la vida eterna. Aunque la muerte de Ilona es triste, como toda muerte, no es en absoluto trágica, pues, con su actitud frente al sufrimiento y a la muerte, su breve vida adquiere un brillo único y un significado especial.
Con emoción y sensibilidad, Elisabeth András narra aquí la historia de su hija. Llena de cariño y sin pesar, da testimonio del camino de sufrimientos que recorrieron juntas, un camino lleno de momentos de confianza firme en Dios y de la más profunda alegría.