La filosofía de la naturaleza es la ciencia filosófica que ha sufrido más altibajos a lo largo de la historia. En el mundo clásico está en el centro del pensamiento y constituye la piedra de toque de las escuelas; durante la Edad Media ocupa una posición subalterna, aunque importante, dentro de una cosmovisión que ve en el universo la creación de Dios. Con el giro antropocéntrico del Renacimiento aparece un nuevo enfoque en los estudios naturales, conjugando las matemáticas con la experiencia. Al mismo tiempo, la física filosófica recobra importancia y se convierte en escenario de pugna por la primacía. Con el Barroco la ciencia natural alcanza definitiva madurez y pone en apuros el viejo esquema unitario del saber. La crisis se ahonda durante la Ilustración; Immanuel Kant hace un último y agónico esfuerzo para restablecer la situación, pero fracasa y la ruptura entre ciencia y filosofía se produce a comienzos del siglo XIX, sin que hasta el momento se haya dado la reconciliación. La filosofía todavía lucha por recobrar una identidad consensuada y la ciencia se ve confrontada con desafíos cada vez más difíciles de sobrellevar por sí misma. En estas condiciones, la filosofía natural tiene una oportunidad de recobrar sus fueros y contribuir eficazmente a reparar la reinante atomización del saber.
Juan Arana Cañedo-Argüelles es académico de número en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de Madrid. De 1974 a 2020 impartió docencia de filosofía en universidades españolas y americanas. Su investigación está centrada en la filosofía de la naturaleza y en la historia de las relaciones entre ciencia y la filosofía, temas sobre los que ha publicado algunas decenas de monografías y centenares de artículos.
Este libro da cuenta de una búsqueda que ha durado casi toda una vida. Las convicciones del autor quedaron seriamente comprometidas a raíz de la crisis del 68 y han tardado medio siglo en ser recompuestas. Para llevar a cabo su peregrinación se sirvió del báculo que le procuró la filosofía, a la que se ha dedicado profesionalmente desde entonces. La alegría de una fe renacida permite evocar los episodios de una trayectoria en la que no faltaron momentos de crisis y desesperanza, aunque nunca faltó el apoyo de familiares, amigos y colegas. Tampoco estuvo ausente el humor, cuya presencia se deja sentir igualmente a lo largo de estas páginas. Se entrega ahora al lector la esforzada evocación de lo indagado y el gozoso resumen de lo hallado.
Juan Arana es catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla y académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de Madrid. Ha impartido docencia en diversas universidades españolas y americanas y ha sido profesor visitante en varias universidades europeas. Es autor, entre otros, de los siguientes libros: «El caos del conocimiento. Del árbol de las ciencias a la maraña del saber» (2004), «Los filósofos y la libertad» (2005), «Filosofía de lo cotidiano» (2005), «La visione cosmica di Erwin Schrödinger» (2008), «Los sótanos del Universo» (2012), «Límites de la biología y fronteras de la vida» (2014), «El proceso histórico de separación entre ciencia y filosofía» (2015), «La conciencia inexplicada« (2015).
Este libro tiene la peculiaridad de establecer una confrontación temática y no meramente formal entre la ciencia y la filosofía. Pasa revista a los principales conceptos relacionados con el conocimiento del mundo físico (materia, espacio, tiempo, fuerza, energía, universo, vida, evolución, etc.) y valora las contribuciones a su esclarecimiento procedentes tanto de la investigación más reciente como de la tradición del pensamiento que precedió a la ruptura de la unidad del saber.
En los últimos tiempos los filósofos han sido remisos a la hora de enjuiciar las tesis sustantivas de la ciencia, porque han dado prioridad a una reflexión genérica sobre sus bases y métodos. Con ello trataban de ganar solvencia y credibilidad, aunque fuera a costa de crear un producto vacío de contenido.
Sin embargo, la ciencia adopta estrategias cambiantes y desborda cualquier consideración estática que se haga de ella, ya que sus formas evolucionan al mismo ritmo que los problemas que contempla. Por ello, la pretensión de convertir la filosofía en una "ciencia de la ciencia" no ha satisfecho las esperanzas que suscitó. Hay que asumir de nuevo el riesgo de la provisionalidad y el error, cultivar un pensamiento susceptible de ser des-mentido por los hechos, pero, al mismo tiempo, capaz de decir algo interesante sobre la realidad.
Materia, universo, vida trata de avanzar hacia una ontología a la altura de los tiempos, superando las barreras que el lenguaje y el hábito han opuesto al diálogo fructífero de todas las disciplinas que estudian la naturaleza.