Compendio de los héroes barojianos que hacen de la acción el eje de su existencia, ZALACAÍN EL AVENTURERO (1909) se caracteriza por su voluntad enérgica, desprovista de motivaciones ideológicas, su amor por el peligro y su capacidad para salir triunfador en la lucha contra la adversidad y el destino. Situada en el marco histórico de la última guerra carlista, en ella las aventuras se suceden con rapidez cinematográfica y prevalecen de largo sobre las teorías y la reflexión. De capital importancia en la visión del mundo de su protagonista es el viejo Tellagorri, vagabundo astuto y vividor, antisocial y anarquista, quien le transmite su amor por la naturaleza y le enseña a ser fuerte por encima de todo. Como contrapunto a Martín Zalacaín, Pío Baroja (1872-1956) alza el odio enfermizo que le profesa Carlos Ohando, débil vástago de una familia hidalga, carlista fanático y sombrío, que envidia en su enemigo la fuerza y el éxito que a él le están vedados.
El protagonista de LAS INQUIETUDES DE SHANTI ANDÍA (1911) va recopilando, en su vejez desengañada, los fragmentos de un diario escrito en diferentes épocas de su vida. Por él conocemos su infancia en el pueblecito vasco de Lúzaro, su juventud soñadora en tierras gaditanas, sus venturas y desventuras como capitán de fragata, y sobre todo la fascinación por su tío Juan de Aguirre, trasunto de antiguos marinos vascos y verdadero héroe de la novela, cuya vida aventurera está plagada de pintorescas peripecias. Desde la conciencia de una vida malgastada, Shanti Andía muestra una nostalgia inmensa por el mar de antaño, que recorrían hombres llenos de impulso viril y de anhelo de aventura, siempre en conflicto con la sociedad convencional. Como en otras de sus obras, Pío Baroja (1872-1956), que tuvo en cuenta sus recuerdos familiares, conjuga magistralmente en esta obra a la vez hermosa y apasionante, la acción con los acentos líricos e íntimos.