Antes de la beatificación de Santa Teresa (1614), dos discípulos muy cercanos a la Madre fundadora, Jerónimo Gracián y Ana de Jesús Lobera, planearon todo un programa de difusión de su vida y pensamiento. Y qué mejor que hacerlo con uno de los medios de propaganda –el grabado– más en boga de la contrarreforma católica, editando una serie de ellos en Amberes donde funcionaba una tradición artística y editorial muy depurada. Era el lugar de moda para la técnica del grabado.
Así salió en 1613 la primera vida gráfica de Santa Teresa bajo la dirección de Adrien Collaert y Cornelio Galle. Esta colección condicionó toda la iconografía teresiana posterior como punto ineludible de referencia para artistas, escultores, pintores… Pocas obras han influido tanto en el arte teresiano.
Acompaña a esta colección un estudio artístico y de técnica del grabado, debido a M.J. Pinilla, estudiosa y experta en el grabado teresiano.