La experiencia de Miguel de Cervantes como autor teatral le causó no pocos sinsabores. Iniciada en un momento (finales del XVI) en el que las formas teatrales y el favor del público estaban en pleno cambio, coincidió en su final con el ascenso de Lope de Vega que vino a eclipsar todo el teatro anterior. Y sin embargo, Cervantes hizo no poco por la escena de la época, como él mismo reconoció: "fui el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma". Con "Numancia" intentó dar a España un teatro digno de las tragedias griegas, y por su tono y la grandeza de los hechos representados logró, efectivamente, la más vigente de las tragedias de los Siglos de Oro.