Escrita entre 1879 y 1880, LOS HERMANOS KARAMÁZOV es la última novela que escribió Fiódor Dostoyevski (1821-1881) y supone una síntesis de todas las inquietudes existenciales del autor. Su compleja galería de personajes está presidida por Fiódor Karamázov, el padre, ruin, hipócrita, avaro, cínico y libertino, y por sus descendientes: Dmitri, sensual, orgulloso y cruel, pero también generoso y capaz de rasgos de bondad y sacrificio; Iván, un intelectual escéptico que niega la existencia de Dios y el amor al prójimo; Aliosha, un cristiano místico que opone al humanitarismo revolucionario y al nihilismo el amor a Dios y al prójimo, aunque tampoco es inmune a las sensaciones turbias que lo invaden, y finalmente Smerdiakov, el cínico y perverso hijo natural, carente de todo sentido de responsabilidad moral. La obra, que tiene uno de sus puntos culminantes con el célebre relato del Gran Inquisidor, refleja una concepción del hombre como campo de batalla en el que luchan Dios y el Diablo, el bien y el mal.w
Una visita de Balzac a San Petersburgo le sugirió al joven alférez ingeniero Fiódor Dostoievski la idea de traducir "Eugénie Grandet". La traducción hizo mucho más que sacarle de un apuro económico; despertó su fiebre creativa y su vocación. Entonces, decidió solicitar la excedencia y dedicarse a la literatura. Obra realmente genial, "Crimen y castigo" es una de las más grandes creaciones de la literatura mundial. Todo el dolor humano palpita y nos contempla desde los estremecedores cuadros de miseria, de vejación personal, de soledad y de asfixia moral propios de una gran ciudad. Contradiciendo su propia teoría de que no existen motivos sociales para justificar el crimen, se diría que Dostoievski ha puesto en esta novela todo su afán de acumular y sacar a la luz precisamente las circunstancias sociales que, a cada paso, empujan a la persona a llegar al crimen, aunque sea para afirmar su “yo” y probarse a sí mismo que es un hombre.
Las obras de Dostoievski (1821-1881) forman parte del acervo de la cultura universal. En "Los hermanos Karamázov", su última obra y síntesis monumental de su pensamiento y de su arte, desarrolla su íntimo convencimiento de la necesidad de un cambio radical en los destinos sociales y morales de la humanidad. El autor plasma un trágico cuadro de la sociedad de su tiempo y denuncia la corrupción engendrada por el poder del dinero, las pasiones incontroladas, el egoísmo y la ignominia espiritual
Fiódor M. Dostoievski escribe "Memorias del subsuelo" en un momento social y político bastante complejo, al que se une la delicada situación personal por la que el autor estaba atravesando: su mujer se moría y su tormentosa relación sentimental con una joven le causaba dudas y remordimientos que incidían en una evidente crisis personal. El resultado de esa situación histórica, personal, vital y anímica es una obra que en pocas páginas concentra más contenido filosófico que ninguna otra obra del autor, y en la que se plantean las cuestiones más extremas que un hombre pueda hacer. "Memorias del subsuelo" es una obra contradictoria, no exenta de matices. En forma de diálogo, un hombre sin nombre ni identidad concreta, excepto la de ser un funcionario, como se presenta a sí mismo desde las primeras páginas, va narrando las memorias de su tragedia personal. Dostoievski logra crear con él uno de los mejores y más impactantes antihéroes de su ingente producción novelística, como lo son Raskólnikov o Iván Karamázov, un sujeto retórico de difícil imitación, en el que las raíces eslavófilas y el innegable rechazo a la imposición burocrática se aúnan en todo un tratado.