El presente volumen, tercero de la obra, abarca cuatro siglos sumamente densos en acontecimientos de importancia capital para el desarrollo de la filosofía. Una serie de mutaciones fundamentales, estrechamente enlazadas entre sí, determina un cambio profundo en todos los órdenes del pensamiento y de la vida, tanto individual como social.
En el aspecto negativo se acentúa el alejamiento respecto a la Edad Media, inspirada hasta entonces en el espíritu cristiano. Los valores sobrenaturales son sustituidos por un concepto radicalmente naturalista del hombre y de la sociedad. La filosofía, el derecho, la política, se desligan del cristianismo y acentúan cada vez más su independencia y su sentido autónomo, al margen y en creciente oposición respecto de toda consideración de carácter trascendente.
A su vez, dentro de la misma filosofa se opera una profunda disociación. Mientras que los «filósofos» continúan, con escasas variantes, agitando los problemas tradicionales, si bien con un espíritu ya muy distinto, a partir del siglo XVII prevalece en los «científicos» el interés por la investigación de la naturaleza física, aplicando el método matemático y experimental. Partes de la ciencia, apenas esbozadas en siglos anteriores, adquieren entonces un desarrollo espectacular.
Sin embargo, la línea de continuidad no se interrumpe. El Humanismo completa la labor medieval de recuperación de la Antigüedad. La escolástica se renueva y vive uno de sus periodos más ricos y fecundos. El nominalismo es el precursor inmediato del nacimiento de las ciencias experimentales. Pero, sobre todo, la fuerte corriente neoplatonizante derivada de la Edad Media atraviesa esos siglos en sus pensadores más destacados, a través de los cuales se transmitirá el hegelianismo y a sus derivaciones en el siglo XIX, contribuyendo a acentuar su contraposición a las «ciencias». De esta manera, el campo de la llamada «filosofa» se va restringiendo cada vez más, acabando por ocupar de hecho el lugar y la función que en la clasificación aristotélica correspondía a la teología como ciencia de la realidad trascendente.
El balance positivo de estos siglos hay que buscarlo sobre todo en las ciencias matemáticas y experimentales. En otros órdenes, su interés consiste más en la novedad de las actitudes y en la variedad de las tentativas que en la riqueza de los resultados conseguidos.
Esta Historia de la filosofía realizada por Guillermo Fraile (I-III) y Teófilo Urdánoz (IV-VIII) es ya una obra clásica en la BAC, alcanzando desde la aparición del primer volumen en 1956 numerosas reimpresiones. La constante y frecuente publicación de estos volúmenes es la mejor garantía de la buena acogida que esta importante obra ha tenido y tiene entre sus lectores. Pocos dramas ofrecen interés tan intensamente humano como el de las vicisitudes que ha seguido el pensamiento en su lucha por alcanzar la verdad. Mucho es lo que ha conseguido la inteligencia del hombre en veinticinco siglos de filosofía, y mucho más lo que todavía le resta por conquistar. Al lado de parcelas bastante bien cultivadas, quedan regiones inmensas en que apenas se ha iniciado la roturación. Esa trama multisecular, en que se entretejen los aciertos y los errores, es el campo que corresponde a la Historia de la filosofía. Una obra general no puede pretender la visión exhaustiva de todos y cada uno de los sistemas. Le basta con guiar al lector a través de las grandes rutas que ha seguido el pensamiento humano y acercarlo a sus representantes con espíritu de sinceridad, respeto, comprensión y gratitud.
La obra consta de 9 vols.
Las páginas de este tomo continúan el estudio —profundo, sistemático y rigurosamente crítico— de un prolongado y denso período del pensamiento humano, cuya riqueza y vitalidad —de día en día más universalmente reconocidas— infunden nuevo significado a la desafortunada expresión Edad Media.
Iníciase la obra con la exposición del pensamiento judío y musulmán, recurso imprescindible para comprender el desarrollo de la corriente que en amplitud y hondura llena los siglos de la baja Edad Media: la escolástica. Sobre el horizonte lejano —y siempre presente— de la filosofía griega, judaísmo, islamismo y cristianismo tejen una complicada trama de mutuas relaciones que se prolongan hasta bien entrado el siglo XIV.
El examen de la especulación hebrea abarca el estudio de sus fuentes y de su expansión en Oriente, y sobre todo en Occidente, por obra de dos figuras eximias del pensamiento judío español: Ibn Gabirol y Maimónides. De modo paralelo se expone el desarrollo de la especulación islámica: una rama oriental —Al Kindi, Alfarabi, Avicena, Algacel— y filosofía hispanomusulmana. Un pórtico magnífico, en suma, a la época de máximo esplendor de la escolástica: el siglo XIII. Su estudio constituye el centro de la obra. El siglo XIII representa, sin duda, una etapa decisiva en la evolución del pensamiento europeo. En él se enriquece considerablemente el acervo cultural gracias a las traducciones de obras griegas, árabes y judías, y se plantea con más hondura y en términos casi dramáticos el antiguo problema de las relaciones entre razón y revelación. Como respuesta surgen a la luz las más espléndidas y logradas síntesis del pensamiento cristiano: San Alberto Magno, San Buenaventura, Escoto y, sobre todos ellos, recogiendo en una luminosa construcción del espíritu los valores de la filosofía griega, del pensamiento patrístico y de las especulaciones hebreas y musulmanas, Santo Tomás. El volumen se cierra con el estudio de la disgregación de la escolástica y de la «vía moderna», a las puertas ya del humanismo renacentista.
Edición original revisada y actualizada por Teófilo Urdanoz.
Es reimpresión en rústica de la obra que la BAC viene publicando desde 1960 en tapa dura (tela o cartoné al cromo).
La obra consta de 9 vols.
A lo largo de las páginas del presente volumen de la BAC, segundo de la conocida Historia de la Filosofía del P. Fraile, asistimos al desarrollo de tres grandes temas: el encuentro del cristianismo con la filosofa, el pensamiento filosófico de los Padres y la génesis y evolución de la primera escolástica. El cristianismo no puede reducirse al ámbito del mero sentimiento religioso. Su mensaje contiene una doctrina original, una visión radicalmente nueva del ser del hombre, de sus relaciones con el mundo y de su destino esencial. La irrupción de la ver-dad cristiana en el mundo de la antigüedad, en el que podían escucharse todavía los ecos de los gran-des sistemas griegos, significó el inicio de una relación dialéctica entre razón y fe que llevaba en sí el germen fecundísimo de un nuevo amanecer del pensamiento humano.
Los Padres son los primeros pensadores que proyectan sobre la filosofía la fuerza renovadora del mensaje evangélico, al tiempo que incorporan a la explicación del dogma cristiano elementos tomados de las doctrinas platónica, estoica y aristotélica. La síntesis de cristianismo y filosofía que de este modo se construye en el pensamiento patrístico da lugar a una concepción del mundo, del hombre y de Dios incomparablemente más profunda que la lograda en las más geniales realizaciones del pensamiento griego.
El proceso de formación y desarrollo de la primera escolástica abre ante nosotros un amplio panorama intelectual en el que hacen su aparición las más variadas posiciones: dialécticos, místicos, humanistas, retóricos, teólogos... El impulso creador, la tensión dinámica y el anhelo de recuperación de los va-lores tradicionales y de progreso libre, por los caminos de la experiencia y de la razón, preparan la luminosa arquitectura científica y realista lograda por los grandes genios del siglo XIII.
Tal es el contenido de este segundo tomo, editado ahora por cuarta vez, y que recoge en su totalidad la primera parte del volumen II de la segunda edición. En la serie de obras filosóficas publicadas por la BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS, la "Historia de la Filosofía" ocupa puesto destacado por sus valores intrínsecos y por el continuado favor que le presta el público culto.