Los trabajos reunidos en el presente libro están al servicio de una pregunta: la pregunta por la esencia del hombre. Este interrogante se plantea hoy con una radicalidad desconocida desde hacía mucho tiempo. Nuestro presente ve en el hombre algo enigmático. No hace todavía mucho tiempo que eran dos las respuestas definitivas con las que se contestaba a la pregunta por la esencia del hombre: la respuesta humanística de las ciencias del espíritu y la respuesta técnica de las ciencias de la naturaleza. Ambas respuestas se oponían en muchos aspectos y de modo tajante, pero ambas tenían algo de común: el que las dos creían saber lo que el hombre era. Hoy se ha desquebrajado esta ciencia ---conocer al hombre---, y con ella también la seguridad consiguiente y la angostura en el modo de tratar las cosas humanas. El hombre se ha percatado de que es otra cosa de lo que él pensaba, que es para sí una incógnita y un problema. De aquí proviene aquella radicalidad de que antes hablábamos; la pregunta por el hombre es, de nuevo, una pregunta real».<<