Joan-Carles Mèlich prosigue en esta obra la reflexión filosófica sobre la condición humana que ha desarrollado previamente en Filosofía de la finitud y Ética de la compasión, centrándose ahora en la moral. A diferencia de la ética, que es la respuesta que damos a la interpelación del otro en una situación imprevisible, la moral es una metafísica que rige nuestra vida cotidiana, nos dice quiénes somos, si lo que hacemos es normal, si lo que pensamos es perverso o si nuestra vida tiene valor. Se trata de un conjunto de categorías, marcos, normas y procedimientos basado en principios absolutos e indudables.
La lógica moral organiza nuestro modo de ser en el mundo y protege a los que quedan bajo su «ámbito de inmunidad», pero, al mismo tiempo, ignora y desprecia a los que no son considerados personas, a los que no poseen dignidad. A estos se los puede eliminar sin tener sentimiento de culpa. Por eso, en toda moral opera una lógica de la crueldad.
«Lo interesante de la propuesta de Mèlich es el haber ahondado en el carácter eminentemente indigente de la condición humana; no somos perfectos sino seres llenos de ausencias que solo colmamos con la presencia de los otros.» Cultura/s, La Vanguardia
La finitud no es la muerte sino la vida. Si somos finitos es porque vivimos siempre en despedida y no podemos controlar los deseos, recuerdos y olvidos, porque el nuestro es un mundo que nunca nos pertenece del todo, ni será plenamente cósmico, ordenado o paradisíaco. Somos el resultado del azar y de la contingencia y no tenemos más remedio que elegir en medio de una terrible y dolorosa incertidumbre. Una vida finita no conseguirá eludir la amenaza del caos, ni estará capacitada para cruzar las puertas del paraíso. Ser finito significa que no podemos crear a voluntad nuestra existencia, porque, querámoslo o no, recibimos una herencia que nos obliga a resituarnos a cada instante.
Se trazan en esta obra algunas escenas antropológicas que configuran nuestra vida cotidiana: la experiencia, el olvido, el mal, el deseo, el placer, el silencio… La filosofía aquí esbozada tratará de mostrar la fragilidad y la vulnerabilidad de la vida y de pensar la ética y la educación desde esta perspectiva. Estamos ante el relato fragmentario del recorrido por unas sendas para las que no contamos con brújulas ni cartas de navegación.
«Un vigoroso alegato vitalista y una decidida aportación a aquel retorno de la filosofía a la vida que reclamaba Nietzsche para el pensamiento de nuestro tiempo.»
Cada día nos pasan múltiples sucesos que no cambian para nada nuestra manera de habitar el mundo. Sin embargo, a veces, repentinamente, un suceso se convierte en un verdadero acontecimiento. A diferencia de los sucesos, los acontecimientos nos forman, nos transforman y, en ocasiones, nos deforman. Desde el punto de vista del autor de este libro, Auschwitz es un acontecimiento que ha roto, que ha desgarrado literalmente la historia del siglo XX. Después de Auschwitz ya nada vuelve a ser como antes, ni la cultura, ni el arte, ni la literatura, ni la filosofía, ni la ética, ni la pedagogía. Después de la experiencia de los campos de exterminio, del horror de la muerte concentracionaria, es necesario repensarlo todo.
Pero Auschwitz no es tampoco solamente un acontecimiento histórico. Auschwitz es un símbolo, el símbolo del mal extremo, el símbolo de las fábricas de la muerte que siguen reproduciéndose hoy en el mundo. Joan-Carles Mèlich, de la mano de filósofos como Emmanuel Levinas, de críticos literarios como George Steiner, de poetas como Paul Celan, de antropólogos como Lluís Duch e incluso de testimonios de algunos supervivientes como Primo Levi, entre muchos otros, nos propone en este libro una ética y una pedagogía para nuestro tiempo, una ética y una pedagogía que se alimenten del deseo de que ni el mal ni la muerte tendrán la última palabra.