Data di pubblicazione: Ottobre 2017
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Después de más de un año en Madrid sin poder ejercer libremente su ministerio de sacerdote, en plena guerra civil española, san Josemaría Escrivá, empujado y acompañado por sus hijos del Opus Dei, decidió emprender la aventura de pasar a la otra zona de España, por Valencia, Barcelona, Andorra y Francia.
Marchó llevando en el corazón la duda y el sufrimiento por las personas que quedaban atrás. Una vez en Barcelona, tuvieron que superar muchas dificultades para entrar en contacto con las redes clandestinas que les podrían llevar al otro lado de la frontera, y, luego, para lograr partir. El resultado fueron seis interminables semanas que le dejaron exhausto, casi sin fuerzas físicas ni psíquicas. De hecho, después, sólo pudo seguir adelante y coronar su propósito gracias a una particular intervención de la Virgen, cuando ya habían iniciado la marcha hacia el Pirineo.
Todos los que le acompañaron dejaron escrito de un modo u otro lo que vivieron en aquellas intensas jornadas. Con esta documentación, ha sido posible reconstruir con detalle lo que les ocurrió en esos largos días de espera en la Barcelona en guerra de otoño de 1937.
Jordi Miralbell (Barcelona, 1953), filósofo y periodista, conoció personalmente a san Josemaría en 1967, con quien coincidió en diferentes ocasiones. En septiembre de 1973, pudo comprobar de primera mano la impronta que había dejado en su alma aquella larga estancia en la Ciudad Condal.
Después de más de un año en Madrid sin poder ejercer libremente su ministerio de sacerdote, en plena guerra civil española, san Josemaría Escrivá, empujado y acompañado por sus hijos del Opus Dei, decidió emprender la aventura de pasar a la otra zona de España, por Valencia, Barcelona, Andorra y Francia.
Marchó llevando en el corazón la duda y el sufrimiento por las personas que quedaban atrás. Una vez en Barcelona, tuvieron que superar muchas dificultades para entrar en contacto con las redes clandestinas que les podrían llevar al otro lado de la frontera, y, luego, para lograr partir. El resultado fueron seis interminables semanas que le dejaron exhausto, casi sin fuerzas físicas ni psíquicas. De hecho, después, sólo pudo seguir adelante y coronar su propósito gracias a una particular intervención de la Virgen, cuando ya habían iniciado la marcha hacia el Pirineo.
Todos los que le acompañaron dejaron escrito de un modo u otro lo que vivieron en aquellas intensas jornadas. Con esta documentación, ha sido posible reconstruir con detalle lo que les ocurrió en esos largos días de espera en la Barcelona en guerra de otoño de 1937.
Jordi Miralbell (Barcelona, 1953), filósofo y periodista, conoció personalmente a san Josemaría en 1967, con quien coincidió en diferentes ocasiones. En septiembre de 1973, pudo comprobar de primera mano la impronta que había dejado en su alma aquella larga estancia en la Ciudad Condal.