La Europa medieval conoció una notable floración de movimientos considerados heréticos por ir, en principio, contra las verdades de fe proclamadas por Roma. En ocasiones, la acusación de herejía trata de reforzar la con controversia política. La imputación genérica de perversión espiritual lanzada contra un oponente tendrá su contrapunto en la autoproclamación de una comunidad determinada como pueblo especialmente favorecido, en virtud de una supuesta e innata pureza de fe. La mayor parte de las veces, sin embargo, estaremos ante el simple uso de una invectiva contra el rival de turno al que se desea desacreditar. En el Medievo, puede decirse, y como se expone en este libro, que la herejía se politiza en la misma medida que la política se heretiza.
Emilio Mitre Fernández (Valladolid 1941) es catedrático de Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid y autor de distintos trabajos monográficos. Entre ellos, algunos que, como el presente, se dedican a las disidencias religiosas esa época.