Data di pubblicazione: Aprile 2011
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€ 20,00
Una chiquilla normal formada en un hogar cristiano: buena estudiante, alegre, deportista, con defectos; es paciente con enfados, lucha y deja en el aire propósitos incumplidos.
Este libro recoge muchos detalles de la vida, sobre todo de la enfermedad y muerte de ALEXIA, una chica joven que murió en Pamplona, cuando aún no había cumplido los quince años, el 5 de diciembre de 1985.El autor, Capellán de la Clínica Universitaria de Navarra donde estuvo ingresa-da Alexia durante seis meses hasta que murió, tuvo ocasión -en sus frecuentes visitas- de apreciar la grandeza de su alma. Ha recogido además entrañables recuerdos familiares y otros recuerdos de personas que la trataron (médicos, enfermeras, auxiliares, etc.), para quienes su modo de llevar la enfermedad constituyó un ejemplo inolvidable: su serena aceptación del dolor sin protestar jamás, su serena alegría, su constan-te preocupación por los demás. Alexia había hecho lema de su vida esta frase: "Jesús, que yo haga siempre lo que Tú quieras", y desde el primer momento supo aceptar plenamente la enfermedad, ofreciendo a Dios su sufrimiento y sus limitaciones físicas, por la Iglesia, por el Papa, por todas las almas. Resulta humanamente incomprensible el "fenómeno Alexia": una muchacha de menos de quince años y que -a juzgar por los abundantísimos testimonios que llegan- remueve y sirve de ejemplo a una colegiala de Brasil o del Zaire, a un maestro de Lombardía, a una carmelita española ciega, a un universitario argentino, a una periodista rumana. En esta obra encontrarás el porqué.
Una chiquilla normal formada en un hogar cristiano: buena estudiante, alegre, deportista, con defectos; es paciente con enfados, lucha y deja en el aire propósitos incumplidos.
Este libro recoge muchos detalles de la vida, sobre todo de la enfermedad y muerte de ALEXIA, una chica joven que murió en Pamplona, cuando aún no había cumplido los quince años, el 5 de diciembre de 1985.El autor, Capellán de la Clínica Universitaria de Navarra donde estuvo ingresa-da Alexia durante seis meses hasta que murió, tuvo ocasión -en sus frecuentes visitas- de apreciar la grandeza de su alma. Ha recogido además entrañables recuerdos familiares y otros recuerdos de personas que la trataron (médicos, enfermeras, auxiliares, etc.), para quienes su modo de llevar la enfermedad constituyó un ejemplo inolvidable: su serena aceptación del dolor sin protestar jamás, su serena alegría, su constan-te preocupación por los demás. Alexia había hecho lema de su vida esta frase: "Jesús, que yo haga siempre lo que Tú quieras", y desde el primer momento supo aceptar plenamente la enfermedad, ofreciendo a Dios su sufrimiento y sus limitaciones físicas, por la Iglesia, por el Papa, por todas las almas. Resulta humanamente incomprensible el "fenómeno Alexia": una muchacha de menos de quince años y que -a juzgar por los abundantísimos testimonios que llegan- remueve y sirve de ejemplo a una colegiala de Brasil o del Zaire, a un maestro de Lombardía, a una carmelita española ciega, a un universitario argentino, a una periodista rumana. En esta obra encontrarás el porqué.