Para Edith Stein, el concepto teológico-espiritual de «fondo del alma» es el «lugar más personal del yo» dentro de la profundidad inefable del alma humana. Allí se toman las decisiones existenciales absolutamente simples. El «fondo del alma» constituye al hombre. Es el lugar de la fuerza vital indivisa que solamente puede llevar al hombre a una vida lograda cuando el yo está vinculado a él. Cada hombre posee este lugar misterioso de «vida originaria (Urleben)».
Stein distingue entre «yo» y «alma», y entre «fondo del alma» y «yo». Sin embargo, estas nociones se encuentran esencialmente relacionadas entre sí y forman en el hombre una unidad. Precisamente la «antropología de la distinción y de la unidad» es la principal contribución de Stein en este campo. Facilita entender cómo el «fondo del alma» puede relacionarse con las «partes» y «potencias» del hombre. Con todo, la relación del «fondo» con la conciencia humana y la sindéresis, y las relaciones entre la gracia increada –Dios–, la gracia creada y el «fondo del alma» como lugar de unión con Dios son cuestiones que permanecen abiertas.