El interés de la obra de adán de Perseigne se fundamenta especialmente en sus cartas que, por primera vez, se presentan en castellano. No son muchas, pero forman un conjunto bastante homogéneo. A todos los destinatarios (Papa, nobles, abades, cartujos, monjas) enseña medios y gozos de la contemplación, la unión con Dios por Cristo, la Disponibilidad a la acción del Espíritu Santo. Pero su doctrina se centra sobre todo en el terreno monástico y cisterciense y su teología no es conjunto de abstracciones o una síntesis de ideas, sino una sabiduría que hunde sus raíces en la vida.