La ética filosófica nació en Grecia como disciplina que meditaba sobre el contenido de la vida buena, lograda, feliz. Esta manera clásica de entender el cometido de la ética ha sido la dominante en la tradición occidental. Pero desde finales del siglo XVIII el campo de estudio de esta disciplina se restringe considerablemente. La vida buena y feliz deja de ser considerada un tema susceptible de tratamiento filosófico. Amplios sectores del pensamiento contemporáneo, herederos precisamente de ese profundo cambio de orientación de la ética, la entienden casi exclusivamente como estudio de las reglas que hacen posible la convivencia en una sociedad pluralista, favoreciendo de este modo su absorción en el derecho. A la vez, es frecuente que se excluya por principio la consideración de sus implicaciones cosmovisivas, sean de naturaleza metafísica o religiosa.
El autor está persuadido de la necesidad de volver a plantear, en toda su extraordinaria complejidad, la pregunta por la vida buena. En este libro se señalan algunas direcciones en las que sería preciso avanzar para cumplir ese objetivo