A lo largo de cuarenta y dos años, Juan Bautista María Vianney regentó la parroquia del pequeño pueblo de Ars con tal sentido de responsabilidad que, con la gracia de Dios, logró transformarla en un modelo, quizá ninguna otra vez alcanzado. Además, acudieron a su confesonario miles de personas, para abrir su alma y obtener el perdón de sus pecados. Pocos santos han mostrado una visión tan clara de la malicia del pecado y sus horrorosas consecuencias en las almas. Así se refleja en sus homilías, que incluyen, entre otros temas, la humildad, la pureza, la virtud verdadera y la esperanza.
Rialp ha publicado también el volumen Amor y perdón.
San Juan Bautista María Vianney nació en 1786 en Dardilly (Francia), y vivió una infancia y juventud campesinas marcadas por las duras consecuencias de la Revolución Francesa. Tras muchas dificultades, en 1815 fue ordenado sacerdote, y en 1818, destinado a Ars. Allí transcurriría el resto de su vida. Falleció santamente el 4 de agosto de 1859.
Reciedumbre, sinceridad y afán por la salvación de las almas brotan de estas homilías escogidas, que el Santo Cura de Ars predicaba a sus feligreses. Palabras sencillas, pero de doctrina clara y penetrante.
Durante cuarenta y dos años, Juan Bautista María Vianney regentó la parroquia de Ars y, con la gracia de Dios, la transformó en un modelo. Además, acudieron a su confesonario miles de personas de muy distintos lugares, para abrir su alma, y obtener el perdón de sus pecados y la rectificación de sus vidas.
Pocos santos han llegado a mostrar una visión tan clara de la malicia del pecado y sus horrorosas consecuencias en las almas. Así se refleja en sus homilías, donde el acento a veces es duro pero lleno de caridad con sus oyentes, ante quienes goza de la autoridad de padre, maestro y pastor.
Se recogen en este volumen algunas homilías sobre el arrepentimiento y la conversión personal, así como los principales medios para alcanzar el perdón y vivir en el Amor.
San Juan Bautista María Vianney nació en 1786 en Dardilly (Francia), y vivió una infancia y juventud campesinas marcadas por las duras consecuencias de la Revolución Francesa. Tras muchas dificultades, en 1815 fue ordenado sacerdote, y en 1818, destinado a Ars. Allí iba a transcurrir el resto de su vida y su labor pastoral, llenas de generosa entrega y atención paternal. Falleció santamente el 4 de agosto de 1859