Gregorio de Elvira ha permanecido durante muchos años en el olvido. Recuperar su patrimonio literario, en parte desconocido y en parte atribuido a otros autores, ha sido una gran conquista de la filología moderna. Hoy en día podemos referirnos a él como al máximo exponente de la Patrística hispánica –junto al poeta Prudencio–. Su tratado De fide (obra de juventud), calificado por san Jerónimo como «elegante libro sobre la fe», es probablemente la mejor aportación de Occidente a la controversia antiarriana (en opinión de J. H. Newman, la doctrina trinitaria allí expuesta se acerca a lo definitivo), y el Comentario al Cantar de los Cantares (obra de madurez) no desmerece en absoluto al compararlo con otros comentarios de grandes autores, como Orígenes o Hipólito de Roma. Todos sus escritos, en general, denotan originalidad y gran instinto teológico. En palabras de P. Meloni, «la doctrina de Gregorio es un todo armónico que funde admirablemente la concepción trinitaria con la cristológica y la eclesiológica…». Y muy certeramente añade asimismo que nuestro autor «esconde en su obra preciosos tesoros de la tradición exegética anterior». Es más, no pocas veces aúna en síntesis armoniosa elementos de tradición asiática –predominantes en su pensamiento– con otros de tradición alejandrina.