Entre los converidos del siglo XX sobresale, por su ejemplar testimonio, el Beato Carlos de Foucauld. Las pçaginas dedicadas a él, rebosantes de sabiduría y admiración, acercan al lector a un gigante de la santidad, entre musulmanes en el desierto. Le siguen cuarenta semblanzas biográficas de otros tantos convertidos.
Los Consejos evangélicos o Directorio es el texto más meditado y orado de Carlos de Foucauld, el gran testigo del evangelio que, a comienzos del siglo XX, se consagró por entero a los tuaregs, estudiando su lengua y sus costumbres, y procurando su bien material y espiritual. Después de haber constatado que su deseo en vida de fundar una congregación religiosa era difícil de materializar, quiso lanzar con estos Consejos evangélicos o Directorio un movimiento misionero «profético» para los nuevos tiempos que nos toca vivir, que englobara tanto a obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas como a laicos unidos por el lazo espiritual de la «comunión de los santos». Para realizar este proyecto que él mismo encabezó en vida, nos pide, a todos los que queremos seguir sus huellas, leer y releer, orar y meditar, por lo menos una vez al año, estos Consejos evangélicos, que nos remiten a nuestro muy querido y amado Señor Jesús de Nazaret.
José Luis Vázquez Borau (Barcelona 1946) es Doctor en Filosofía, Licenciado en Teología Moral y Master en Ciencias Bíblicas por la Universidad de Friburgo (Suiza). Dirige el Centro Horeb para el Estudio y Encuentro de las Religiones y es autor de cuarenta ensayos sobre Filosofía, Religión y semblanzas de personajes.
El abandono de Dios es, con mucho, el acontecimiento fundamental de estos tiempos de indigencia en Occidente. Teresa de Lisieux, expresión simplificada sublime del espíritu de San Juan de la Cruz, se solidariza con este abandono de Dios, pasando por la prueba de la «noche espiritual», como Jesucristo en la cruz, y nos enseña el camino de la «fe desnuda», el camino de la «simple y amorosa confianza» en Dios. Como «mística del sufrimiento ajeno a causa de Dios», Teresa de Lisieux nos muestra un camino evangélico de gran simplicidad, en medio de los avatares de nuestro mundo: «El abandono en las manos de Jesús para que éste nos lleve al amor misericordioso del Padre».