Esta selección de textos patrísticos tiene por objeto primordial la comprensión auténtica sobre el tiempo de Cuaresma y su fundamento teológico, tal como los antiguos lo concibieran y trasmitieran por generaciones a partir del ejemplo misterioso de Jesucristo. Los escritos de los primeros Padres expresan de modo insuperable el sentido de la santa cuarentena, días especialmente señalados como misterio de restauración humana y que preceden a la celebración anual de la Pascua de Resurrección, fiesta de participación mística, redentora de toda la humanidad.
Desde su teología pastoral, los Padres de la Iglesia nos legan el verdadero significado para aquellos a los que en el texto griego de San Mateo, Cristo nombrará como los bienaventurados, los pobres de espíritu, los dichosos, en referencia a una categoría de hombres -humildes, desapegados de valores pecuniarios- cuya pobreza se sitúa en un nivel más allá de lo meramente económico. La presente selección de textos patrísticos alude también a la pobreza material, en clara advertencia acerca de la atención hacia los pobres. Más aún, no sólo clamando piedad sino como ejercicio de concreta justicia. Como Jesucristo, Maestro del amor, el primero de los pobres y modelo de todos.
Si nos preguntáramos acerca de lo que se celebra en Navidad, sin duda nos responderíamos que lo sabemos muy bien; pero sin tratáramos de explicarnos el significado trascendente de aquella celebración, tal vez hoy no nos resultaría tan fácil interpretarlo. Éste es justamente el objeto primordial de los textos aquí reunidos: esclarecer el núcleo significante de la conmemoración del nacimiento de Cristo, tal como los antiguos lo contemplaran y trasmitieran por generaciones hasta nuestros días. Aquí, los comentarios selectos de los Padres de la Iglesia nos compenetran hacia las profundidades en una búsqueda decisiva: el conocimiento de uno de los grandes misterios ocultos y fundacionales de la Cristiandad.
En la época patrística podemos observar una constante de unidad como cualidad intrínseca, esencial. Vemos como los Padres de la Iglesia la fundamentan a través de múltiples referencias bíblicas, y reflexionan acerca de las diversas circunstancias en que urge construirla. Y es que la unidad como concepto es inherente a la unión sobrenatural y terrena de los hombres con el mismo Cuerpo espiritual de Cristo; y en su calidad de Cristo continuado, la Iglesia aspira a reproducir y representar la más alta unidad de lo divino con lo humano.
En la selección que presentamos, los Padres de la Iglesia nos traen su pensamiento acerca de estos temas hoy también vigentes: el origen trascendente de la autoridad, el derecho natural del Estado, la monarquía de carácter divino, la libertad religiosa, la incompatibilidad del Cristianismo con las doctrinas totalitarias, así como el sentido cristiano de la idea de patria.
En esta antología patrística sobre la oración, aparecen nítidamente las cuestiones que recorren los Padres en sus obras. San Pablo, en la Carta a los Tesalonicenses, dice "orad sin cesar". Y este enunciado opera como paradigma desde el cual los Padres de la Iglesia desvelan su fundamento teológico: la trasmisión de saberes y conocimiento; la solución de las dificultadas; la disposición interna, anímica y física. Como algo particular, esta selección transcribe íntegro el destacado "Tratado sobre la Oración", de Evagrio el Póntico.
La conversión es misión y vocación de todo buscador de la verdad: el reconocimiento del pecado arraigado y el volverse a Dios. La profundidad teológica y antropológica con que los Padres de la Iglesia iluminan este proceso, torna sus textos de la máxima veracidad interna para la vida espiritual. La presente antología de los textos más significativos constituye una genuina teológía de la conversión.
San Ireneo, al final de sus días, dedica esta obra, la Demostración Apostólica o Epideixis, a un amigo suyo que le demanda la exposición del auténtico cristianismo.
El Obispo de Lión, iglesia de mártires, cumple los deseos del amigo y pone por escrito, haciendo gala de finura y cercanía humanas poco comunes, lo que conservó en su memoria como verdades fundamentales del ser cristiano y de la predicación recibida.
Es una especie de promemoria en la que presenta, con sencillez y profundidad, la historia de la salvación: desde la Creación hasta la manifestación de Dios en carne humana, desde la plasmación del hombre como obra de Sus manos, y el destino final al que esta llamado, hasta la aparición de la Iglesia.
Con razón la Demostración Apostólica de san Ireneo, el principal representante de la teología asiática, puede ser tenida como el más antiguo Catecismo de adultos.
Acercarse a las «Confesiones» de San Agustín y sintonizar con su mensaje no ha sido nunca, y menos ahora, un ejercicio de pura erudición consistente en buscar el futuro en el pasado, sino la constatación obligada y contagiosa de la inquietud radical del hombre en la búsqueda de la verdad, de la felicidad, de Dios. Por eso las «Confesiones» agustinianas, uno de los grandes «best-seller» de todos los tiempos, no han perdido nada de su frescor y espontaneidad originarios.
Hoy como ayer sigue teniendo vigencia universal el valor de la experiencia íntima de Dios, de ese Dios que anda por nuestra vida y que es la clave interpretativa del misterio biológico y espiritual del hombre. La trayectoria agustiniana sigue marcando hitos concretos que continúan siendo válidos en nuestra era de la posmodernidad como respuesta a las preguntas radicales de la existencia humana y como encuentro, siempre antiguo y siempre nuevo, con el Padre que Jesucristo nos ha revelado.
El Evangelio de Mateo destaca como uno de los textos bíblicos preferidos por los Padres de la Iglesia a la hora de estudiar y proclamar la Palabra de Dios.
La tradición de comentarios patrísticos sobre Mateo comienza a mediados del siglo tercero con el que lleva a cabo Orígenes. En el occidente de lengua latina, donde los comentarios no aparecieron hasta aproximadamente un siglo más tarde, el primer comentario sobre Mateo lo escribió Hilario de Poitiers a mediados del siglo cuarto.
Desde entonces, el primer Evangelio se convirtió en uno de los textos más frecuentemente comentados por los Santos Padres. Entre ellos sobresale el comentario de Jerónimo, en cuatro libros, y el Opus imperfectum in Matthaeum, obra muy valiosa, aunque anónima e incompleta. Se conservan también fragmentos de catenas griegas, que se derivan de comentarios realizados por Teodoro de Heraclea, Apolinar de Laodicea, Teodoro de Mopsuestia y Cirilo de Alejandría.
Las antiguas homilías también ofrecen extensos comentarios sobre el primer Evangelio. Destacan entre ellas las noventa homilías de Juan Crisóstomo y las cincuenta y nueve de Cromacio de Aquileia. Además, existe un buen número de homilías dominicales y de días festivos compuestas por grandes figuras, como Agustín y Gregorio Magno, entre otros.
Esta rica abundancia de comentarios patrísticos, muchos de los cuales presentamos aquí traducidos al castellano por primera vez, nos ofrece un generoso y variado alimento sobre la antigua interpretación del primer Evangelio.
La obra del Prof. Quasten se distingue por la claridad, sobriedad y precisión con que resumen el estado actual de los estudios patrísticos, dando una información segura y completa sobre todas las cuestiones relacionadas con los escritos eclesiásticos de la antigüedad y con sus obras. Expone además ampliamente los puntos salientes del pensamiento teológico de los principales autores. Nuestra edición cita en castellano los pasajes patrísticos más interesantes, convirtiéndose de esta manera en un rico florilegio de textos.
Uno de los méritos principales de la obra es el cuidado puesto en recoger toda la producción literaria relativa a los Santos Padres: ediciones, traducciones y estudios. La presente edición ha sido enriquecida con un millar de nuevas referencias y bibliografías, índice de la enorme actividad desarrollada en los últimos años en el campo de la investigación patrística. Constituye, por consiguiente, un repertorio bibliográfico que no tiene par en su género.
La obra consta de 4 volúmenes: I: Hasta el Concilio de Nicea (NO0206); II: La edad de oro de la literatura patrística griega (NO0217); III: La edad de oro de la literatura patrística latina (NO0422); IV: Del Concilio de Calcedonia (451) a Beda. Los Padres latinos (NO0605).
Este segundo volumen de la Patrología del doctor Quasten, profesor de la Universidad Católica de América (Washington, D.C.), abarca la literatura patrística griega desde el Concilio de Nicea (325) hasta el Concilio de Calcedonia (451). Por él desfila un crecido número de eminentes escritores de la Iglesia antigua, que contribuyeron como pocos al desarrollo de la ciencia eclesiástica.
La obra consta de 4 volúmenes: I: Hasta el Concilio de Nicea (NO0206); II: La edad de oro de la literatura patrística griega (NO0217); III: La edad de oro de la literatura patrística latina (NO0422); IV: Del Concilio de Calcedonia (451) a Beda. Los Padres latinos (NO0605).