El Antiguo Testamento suele presentar problemas para el lector actual, al punto que en ocasiones huye de él o elude sus textos. Es habitual oír que muchos textos del Antiguo Testamento «son difíciles de interpretar» o que «contradicen nuestra sensibilidad». La presente Introducción reconoce esas dificultades y busca facilitar el acceso a sus libros ofreciendo herramientas de lectura que privilegian aquellos elementos que conducen a la interpretación (hermenéutica) de cada obra.
Reunidos en secciones pero tratados en forma separada, cada libro es abordado como una pieza literaria que da testimonio de la fe del antiguo Israel pero que también le habla hoy a quien recorra sus páginas. Esa aproximación permite que sea leído como un texto que vive y respira, y cuyo mensaje, lejos de ser antiguo, nos desafía a renovar nuestro pensamiento.
A fin de incluir las Escrituras de la mayoría de los textos propios de las tradiciones judías y cristianas se da lugar en esta Introducción junto a los de la Biblia Hebrea a aquellos libros llamados Apócrifos y Deuterocanónicos.
La Palabra de Dios se ha expresado en palabras humanas y, más tarde, se ha encarnado en un contexto histórico muy determinado. Precisamente por ello, para entender la Biblia es necesario comprender su entorno. Este primer volumen de la colección Introducción al Estudio de la Biblia quiere acercar al lector al mundo que rodea la Sagrada Escritura.
En su primera parte, La geografía y la arqueología bíblicas, Joaquín González Echegaray nos ayuda a conocer los lugares de los que nos hablan los textos, así como a recuperar las huellas que los hechos narrados han dejado bajo tierra. En Historia social y religiosa de Israel en los tiempos bíblicos, Francisco Varo nos proporciona el marco temporal en el que se desarrolla la historia sagrada. Finalmente, Ignacio Carbajosa, en la tercera parte, El texto de la Biblia y la crítica textual, nos acerca al soporte físico que ha transmitido la palabra de Dios durante siglos: los manuscritos del Antiguo y del Nuevo Testamento en las diferentes lenguas, de los que sacamos nuestras ediciones críticas y nuestras traducciones modernas.
Con motivo del «Año de la Fe y de la Nueva Evangelización», han surgido en el mundo católico numerosas iniciativas destinadas a profundizar en la fe que profesamos y a revitalizar la conciencia misionera. En esta línea, Editorial Verbo Divino se propuso ofrecer un servicio a las comunidades cristianas, manteniendo la opción por la divulgación bíblica, que viene caracterizando a algunas de sus colecciones.
Así nació la colección «Leemos, Compartimos, Oramos», dirigida a favorecer la Lectura Creyente y Orante de la Escritura en clave de Lectio Divina. La primera publicación, Aumenta nuestra Fe, pretende invitar a reflexionar y ahondar sobre la fe que profesamos. El segundo libro, Rema mar adentro, que ahora presentamos, es consecuencia del anterior. Una vez retiradas las cenizas que cubren las brasas de nuestra fe, se impone pasar con decisión al anuncio expreso de la Buena Noticia de Jesucristo.
¿Podemos fiarnos de las profesiones de fe cuando no alcanzan el corazón ni se traducen en actos? ¿Existen cristianos anónimos entre los ateos y ateos anónimos entre los cristianos? (J. Guy Saint Arnaud). La fe y la duda andan con frecuencia juntas. Parece que creer y no creer pueden mantenerse juntos; nunca estamos libres de esa amenaza de la no fe.
Cuando de la fe religiosa se trata, nos movemos en un terreno misterioso, que desborda los cálculos y las medidas racionales. Por eso en este ámbito son tan importantes el diálogo, el respeto y la tolerancia. Estas son verdaderamente las actitudes que dejan entreabierta la puerta de la fe para todos los que quieran atravesarla.
Por ser la reforma de la Curia romana una prioridad en este comienzo del pontificado del papa Francisco, Concilium, dentro de su tradición de publicación enraizada en la teología conciliar, pretende ofrecer a la consideración de los lectores los análisis y sugerencias de especialistas en áreas como la historia de la Iglesia, el derecho canónico, la eclesiología, la pastoral y la espiritualidad, partiendo de los textos del Concilio Vaticano II y de documentos posteriores con origen en el mismo magisterio pontificio.
Acercarse a san Pablo conlleva un descubrimiento: el cristianismo, sobre todo y precisamente en su versión paulina, no es un mero divertissement, un juego, sino que está hecho para gente adulta que sabe reflexionar sobre sí misma y sobre lo que verdaderamente cuenta en la vida. El euangèlion es el motivo más adecuado para etiquetar en su conjunto la argumentación de la Carta a los Romanos. Y no solo porque ese anuncio constituye el orgullo del apóstol, sino sobre todo porque la carta ofrece una amplia reflexión hermenéutica sobre el anuncio cristiano y sobre las diversas implicaciones de su contenido y su eficacia. Estas implicaciones configuran en cada caso los diversos aspectos del Evangelio, sean teológicos, cristológicos, antropológicos, bíblicos, histórico-salvíficos, ecuménicos o morales.
Las bellas oraciones de Carlo Maria Martini que conforman Invocar al Padre están inspiradas en la fe cristiana y además expresan, con gran amplitud de miras, el camino del hombre con sus dificultades y sus esperanzas.Estas plegarias, de temática muy diversa, tienen su origen en las numerosísimas celebraciones del cardenal Martini ante asambleas atentas que, al tiempo que lo escuchaban, inspiraban a su autor.Sin duda, estas oraciones son un fiel reflejo de la enorme sensibilidad humana y espiritual del cardenal Martini.
La Carta a los Gálatas ha jugado un papel importante en la historia de la Iglesia: los Padres la citan con frecuencia y desde la Reforma algunos de sus temas han estado en el centro de la controversia entre católicos y protestantes.
La carta aborda numerosas cuestiones que siguen estando de actualidad: el equilibrio justo entre comunión eclesial e iniciativas personales; la unidad de la comunidad cristiana y su responsabilidad de cara a la misión; el encuentro entre el don radical de Dios y la libertad del hombre; la relación entre la Ley y el Espíritu; el recurso a la tradición de Israel en la Biblia cristiana; la posibilidad de llamar a Dios «Abba»...
Pero esta carta breve (seis capítulos) mezcla pasajes que son fácilmente comprensibles con otros que requieren algunas explicaciones. Jean-Pierre Lémonon, prestando atención tanto a su estructura como a su dinámica, realiza una presentación sistemática. El texto de la carta aparece en su integridad. El comentario tiene en cuenta los trabajos de los exégetas de todas las confesiones cristianas, y no duda en tratar cuestiones propiamente teológicas, como, por ejemplo, la «justificación».
En apartados destacados se nos proporcionan abundantes datos complementarios, que ofrecen observaciones sobre nociones características de la teología paulina y son una rica fuente de información sobre la época, los lugares, los personajes; en estos apartados se explican también los términos más complejos o «técnicos».
Además, unas pistas para el trabajo acompañan la presentación de cada pasaje de la carta. El objetivo es permitir al lector «apropiarse del texto» antes de leer su comentario. Estas preguntas se prestan a un trabajo en común.
Finalmente, se encontrará una conclusión que reúne los temas esenciales y, en anexo, una valiosa historia de la lectura de la carta, desde la primera literatura patrística hasta los reformadores.
La palabra «diaconía» no es corriente en español. No obstante, tiende a caracterizar una dimensión esencial de la vida cristiana subrayada actualmente por nuestras Iglesias. Una primera parte del presente Cuaderno (capítulos 1 a 3) amplía las necesarias definiciones de las palabras para una reflexión sobre las consecuencias concretas de la doble salvación narrada por las Escrituras: el fin de la servidumbre en Egipto según la Torá, por una parte; y el don de la vida en Cristo según Pablo, por otra. La segunda parte (capítulos 4 a 7) invita a leer cuatro textos fundamentales, de géneros muy diferentes, donde brilla la figura de Cristo servidor: 2 Corintios 8-9, Marcos 10,35-45, Hechos 6,1-7 y Juan 13,1-30.