En esta obra, los autores Nicolás Álvarez de las Asturias (ed.), Eduardo Baura, Carlos M. Morán Bustos, Miguel Ángel Ortiz y Luis Sánchez Navarro, se han propuesto afrontar las grandes cuestiones de índole canónico que se encuentran ahora en fase de discusión o reforma, partiendo de la predicación de Jesús recogida en los Evangelios. En el texto se hace ver cómo el derecho canónico, lejos de ser un obstáculo a la acción vivificadora y sorprendente del Espíritu Santo, resulta garantía del respeto de los derechos de las personas involucradas en las relaciones familiares. Se ha partido también de la convicción de que es el Espíritu quien ha guiado y guía a la Iglesia hacia la verdad plena a lo largo de su historia y de que la función del derecho canónico nunca puede interpretarse de modo independiente al desarrollo de la doctrina, fruto de la reflexión teológica y de la enseñanza autorizada del magisterio eclesiástico.
El empeño constante de la Iglesia por ayudar a la familia se ha hecho particularmente visible en estos primeros años de pontificado de Francisco, marcados por la celebración de dos asambleas del Sínodo de los Obispos.
La reflexión realizada en este tiempo ha puesto de relieve la necesidad de volver al Evangelio para encontrar en él la respuesta a los desafíos a los que se enfrentan en la actualidad el matrimonio y la familia, así como los caminos de acompañamiento para las familias que atraviesan situaciones particulares de crisis. En este empeño, la contribución que se espera del derecho canónico resulta determinante en muchos aspectos.
La Historia del derecho canónico es una disciplina relativamente reciente, al menos desde el punto de vista de los estudios en las facultades de derecho canónico. Ahora bien, ¿qué sentido tiene estudiar la Historia del derecho canónico siendo este una ciencia eminentemente práctica que busca hacer posible la justicia hoy con el conocimiento y aplicación de las leyes hoy vigentes? Los autores estamos convencidos de que se trata de la mejor ayuda para evitar caer en el positivismo jurídico. Es decir, en la tentación de equiparar automáticamente “lo justo” con “lo legal”, de pensar que lo “hoy legal” es la única y, por tanto, mejor expresión de “lo justo”.
Jesús de Nazaret cambió el mundo. A lo largo de los siglos, su llamada a llenar el mundo de luz y de amor ha resonado en muchos corazones. Francisco de Asís mejoró notablemente la Italia en que vivía. Lo mismo cabría decir de Catalina de Siena. Teresa de Jesús renovó la vida cristiana de su país..., y de la Iglesia entera. No lo hizo sola: los santos nunca llegan solos. Son incontables los cristianos que han hecho posible una sociedad en que el amor, el perdón, la compasión, la solidaridad son valores (al menos, de nombre).
¿Y mañana? ¿Quiénes harán mejor el mundo? ¿Quiénes transmitirán la realidad de un amor verdadero? En una palabra, ¿quiénes serán los santos de mañana? La respuesta es muy sencilla: los cristianos de hoy. O más sencilla aún: tú y yo.
Como a las orillas del Jordán, a unos jóvenes inquietos que se acercaron a Él, Jesús sigue llamando hoy al corazón de cada joven. No tiene un plan muy trazado (en la vida luego pasan tantas cosas…). Lo que tiene es un sueño, que consiste en que el Amor de Dios llene la vida de cada persona. Y ese sueño quiere compartirlo con los jóvenes, porque serán ellos quienes lo lleven a cabo. Y tú, ¿te atreves a soñar?
Lucas BUCH
Los jóvenes tienen las preguntas, y tienen toda la fuerza que hace falta para buscar las respuestas. Por eso escucharles es una maravilla. Y por eso proponerles la fe es siempre un reto. Soy sacerdote desde 2011. Viviendo en Roma, en Madrid y en Pamplona he conocido a muchos jóvenes que se han atrevido a soñar. Y siguen atreviéndose.
Nicolás ÁLVAREZ DE LAS ASTURIAS
Acompañar en la búsqueda de un futuro fecundo, en el que los sueños de servicio y de entrega se hacen realidad, es la tarea más bonita que se me ha dado realizar. Soy sacerdote desde 1999. Llevo quince años junto a los jóvenes de mi parroquia y como profesor de muchos que ya han escuchado la voz de Dios y que se forman para seguirle en la Universidad Eclesiástica San Dámaso (Madrid).
Fulgencio ESPA FECED
Desde mi ordenación sacerdotal en 2004, he descubierto generaciones de jóvenes deseosos de un mundo mejor y de una vida plena, más grande. Solo esperaban quien les pusiera en contacto con Dios..., y entre sí. Ahora, en mi parroquia del Ensanche de Vallecas, sigo comprobando con alegría cómo vocación y amistades verdaderas son obra de Jesús, que sigue llamando.