Sólo si su corazón está lleno de esperanza, el presbítero es capaz de cantar: «Señor, tú eres mi heredad», pues ha renunciado a la tierra, a la familia y a una profesión para tener a Dios como único fundamento en el que apoyar y construir su existencia.
Si esta afirmación es verdadera, no es posible reflexionar sobre la vida sacerdotal sin abordar en serio algunos de los temas que hoy son decisivos, en concreto la oración, el celibato, la santificación y la predicación.
El convencimiento que anima al autor en este diálogo cordial es que los problemas que afectan a los presbíteros inciden profundamente en el conjunto del tejido eclesial donde se hallan insertos y en la renovación de las comunidades que tienen encomendadas.
Enzo Bianchi es fundador y prior de la Comunidad monástica de Bose (Italia). Profundo conocedor de la Sagrada Escritura, está considerado un referente espiritual y un activo promotor de la unidad de los cristianos y el diálogo con la sociedad actual.
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la salvación! Esta bella frase del profeta Isaías constituye un buen resumen del libro dirigido por Bianchi a los sacerdotes.
La celebración y la Palabra se revelan en la vida del presbítero como un arte que debe protegerse y desarrollar. No se trata, pues, de meras actividades que caracterizan una profesión o de simples acciones que deben realizarse, sino de una sensibilidad que brota de la unión con Cristo y se comunica con la delicadeza de la ternura.
Desde su profunda experiencia monástica y pastoral, Bianchi se esfuerza por ayudar a los sacerdotes a valorar y ejercer con esmero y belleza la presidencia de las celebraciones litúrgicas, y a prestar amorosa atención a la palabra de Dios, alimento para su vida y objeto de su acción pastoral.
En este libro se reúnen los comentarios a las lecturas dominicales del ciclo A y a las principales fiestas del año litúrgico.
Dios habla: esta es la convicción fundamental presente en la Escritura. Por su libre y gratuita iniciativa, ha decidido salir de sí y autocomunicarse. La historia de esta manifestación de Dios a la humanidad tiene su culmen en Jesucristo, Palabra definitiva que expresa de una vez para siempre la decisión del Padre de amarnos.
Así lo atestigua el evangelio según san Mateo, propio de este ciclo A, especialmente preocupado por mostrar cómo las Escrituras se cumplen en Jesucristo. Él es el Emmanuel, el Dios-con-nosotros, que se hace presente cuando nos reunimos en su nombre y que nos acompaña «todos los días hasta el fin del mundo». Siempre a nuestro alcance en la liturgia eucarística dominical.
En los primeros tiempos del cristianismo, el término «parroquia» hacía referencia a la comunidad de cristianos que habitaban en un lugar determinado, como otro grupo más de ciudadanos. Con todo, vivir entre los hombres nunca les hizo perder su condición de «peregrinos».
Con el tiempo, la parroquia ha pasado a convertirse en una estructura fundamental para la Iglesia: gracias a ella la Iglesia de Dios se hace presente en un lugar concreto, en su seno somos engendrados a la fe, en ella aprendemos a ser cristianos en medio de la vida cotidiana, ella es presencia evangelizadora entre los hombres.
Pero tanto las circunstancias actuales como la propia exigencia de ser fiel a su identidad y misión hacen que la parroquia deba adaptarse y renovarse. Y para ello no es necesario inventar nada, sino sobre todo profundizar con sencillez en sus rasgos fundamentales: la celebración de la liturgia y la escucha de la Palabra, la comunión, el testimonio y el servicio a todos aquellos que lo necesitan.
ENGLISH
"Parish"
Bianchi’s reflection on the parish leads us to perceive the need for renewal. This requirement arises both from the current situation and the need to be faithful to its deepest identity.