El comienzo de la filosofía lo constituye la indagación de los primeros pensadores griegos acerca de la razón primordial de todo, a la que denominan «Dios» o lo «Divino». El pensamiento cristiano, por su parte, está presidido, desde un principio y durante toda la Edad Media, por la idea de «Dios», que fundamenta filosóficamente. Y los más insignes pensadores de la Edad Moderna profesan a su manera la creencia en la existencia de Dios, haciendo de ella el fundamento y contenido principal de su filosofía. En la actualidad, no pocas personas en Occidente viven y piensan como si Dios no existiera. Y sin embargo, en la mayor parte del mundo la fe religiosa conserva e incluso acrecienta su influencia. También hoy la filosofía puede sin duda esclarecer un gran número de cuestiones sobre la existencia y la presencia de Dios.
La celebración de la fe en la Iglesia pone de manifiesto aquello que es central en su vida y en su pensamiento. Por eso, resulta imprescindible conocer el origen y las fuentes litúrgicas, la evolución de la ordenación general de la celebración cristiana y las influencias que en cada época la han enriquecido o distorsionado.
Alexander Schmemann ofrece esta original introducción de forma histórico-genética y crítica, centrándose sobre todo en el primer milenio cristiano, para ayudar a entender la forma normativa de celebrar.
Desde la perspectiva de la tradición cristiana de la Ortodoxia, el autor plantea una teología del tiempo basada en los tres ciclos principales de la celebración cristiana: el diario, el semanal y el anual. El acercamiento histórico se prueba al conectarse y juzgarse desde su fundamento eclesiológico y eucarístico, pues en la celebración de la eucaristía es donde se realiza la Iglesia y donde los cristianos encuentran la fuente y el culmen de su existencia.
Respirar con el pulmón del Oriente cristiano en temas tan centrales aporta un imprescindible equilibrio y supone un valioso enriquecimiento para la tradición teológica y litúrgica de Occidente.
Alexander Schmemann (1921-1983) fue profesor de teología litúrgica en el Seminario teológico ortodoxo de Saint Vladimir, en Nueva York. Está considerado uno de los principales referentes de la Iglesia ortodoxa en la segunda mitad del siglo XX.
El 25 de enero de 1959 un anciano Papa anunciaba a un pequeño grupo la convocatoria de un concilio universal. Juan XXIII tenía como objetivo incorporar a la Iglesia católica a la modernidad. Para ello resultaba imprescindible romper con inercias, renovar estructuras y favorecer un clima de diálogo entre los católicos, los cristianos y los hombres de buena voluntad. Para sorpresa de todos, la utopía echó a andar en 1962 y concluyó solemnemente el 8 de diciembre de 1965. Atrás quedaban cuatro fructíferos periodos de sesiones, cientos de reuniones, dos mil participantes y varios miles de peritos, colaboradores y periodistas que fueron testigos de uno de los mayores acontecimientos del siglo XX. De uno u otro modo, Iglesia, sociedad, política y cultura fueron influidas por aquel renovador acontecimiento conciliar. La narración de su historia tiene mucho de crónica, pero también de biografías y hechos aparentemente insignificantes que cambiaron la manera de entender el mundo actual. Giuseppe Alberigo (1926-2007) es un destacado investigador y divulgador de la historia de los concilios universales.
El verdadero hombre, la auténtica mujer, se encuentran ocultos en el interior (1 Pe 3, 4). Siguiendo esta lógica misteriosa, no resulta extraño que desde tiempos antiguos se haya considerado el corazón como el genuino núcleo del ser humano. En consecuencia, adentrarse en el propio corazón, entender sus ritmos y recorrer sus etapas constituye un camino seguro que está invitado a recorrer todo aquel individuo que en verdad aspira a conocerse y trascenderse plenamente. André Louf (1929-2010), monje trapense belga, abad, traductor y biblista, fue sobre todo un maestro espiritual, tanto personalmente como a través de sus numerosas publicaciones.
¿Cómo puede saber cualquier hombre lo que tiene que hacer para proceder rectamente y agradar a Dios en todo momento? ¿Cómo actuar en las situaciones concretas de la vida de forma libre y justa?
La respuesta que los autores del Nuevo Testamento dan a esta pregunta es muy clara: el discernimiento personal de la voluntad de Dios, de acuerdo con las exigencias de la fe, representa la más completa liberación interior que puede vivir un creyente y la exigencia más radical que brota del mensaje de Jesús de Nazaret.
Ahora bien, por los evangelios sabemos que Jesús fue desconcertantemente liberal en algunas cosas pero muy exigente en otras. Por ello se comprende el desconcierto que produjo su predicación y su conducta. En este sentido, la conducta del hombre religioso tiene que ser un reflejo lo más perfecto posible de lo que fue la conducta de Jesús.
ENGLISH: Christian Discerment.
Discerning God’s will, according to the requirements of faith, is the greatest opportunity of personal liberation for a believer. Likewise, it is the most radical request born out of Jesus message.
Insight es la obra maestra de Bernard Lonergan. Su propósito es llevar al lector a comprender lo que es comprender, en particular destaca el momento en que uno gozosamente descubre que por fin algo se hace claro, que uno entiende. Aunque se ocupa de los grandes debates de la epistemología, no propone una «teoría del conocimiento». Lonergan escribe desde otro punto de vista: trata de llevar al lector a mucho más que a una acumulación de conceptos acertados o erróneos sobre el conocimiento humano; busca el autodescubrimiento de las capacidades cognoscitivas.
Para Lonergan, un acto de intelección (insight) sobre lo que es un acto de intelección es la fuente de las ideas claras y distintas. Este insight añade a lo meramente dado una unificación explicativa u organización, una filosofía. Más aún, nos permite unificar y organizar lo que es conocido en las matemáticas, en las ciencias y en el sentido común; es, por tanto, la base de una metafísica verificable.
Con este libro Lonergan adquirió una gran autoridad epistemológica. La Universidad Iberoamericana (México) patrocina la difusión de esta obra del genial meta-metodólogo en coedición con Ediciones Sígueme.
El desafío de la postmodernidad, en sus diversas configuraciones, es el gran reto que tiene ante sí Occidente y particularmente el cristianismo.
A lo largo de su historia bimilenaria, la Iglesia no ha dejado de relacionarse con la cultura. En muchas épocas, ella misma ha sido un importante agente creador; en otras, se ha enfrentado a los efectos deshumanizadores de la cultura dominante. Para realizar esta labor, la Iglesia se ha servido de la teología como instancia crítica.
Durante el siglo XX, el diálogo con la Modernidad fue especialmente fecundo (basta señalar los efectos beneficiosos del Concilio Vaticano II). Sin embargo, la Postmodernidad, o Modernidad tardía, ha abierto un nuevo escenario de confrontación dominado por el pluralismo, la fragmentación, el consumismo y la cibercultura. A este nuevo reto ha de responder una teología renovada (narrativa y estética), que ofrezca una propuesta humanizadora creíble y salvaguarde la identidad cristiana.
En el corazón de este desafío, cuyos límites son difusos, discurre la vida cotidiana, tanto personal como comunitaria, del creyente. Por ello, la Iglesia únicamente será fiel a su misión si es capaz de responder desde su propia lógica secular y de cuidar y acoger a cada ser humano vulnerable que transita por esta tierra.
João Manuel Duque es profesor de teología en la Universidad Católica Portuguesa, sede de Braga.
«Iglesia, ¿qué dices de ti misma?». Esta pregunta, que resonó al inicio del Concilio Vaticano II, ha de ser formulada y respondida por cada generación de cristianos si quieren hacer de la Iglesia su hogar.
La recepción del Concilio, por tanto, continúa siendo una tarea pendiente. No aceptarlo y volver a una Iglesia de tiempos pasados, o considerarlo caduco y apostar por una utopía tan solo imaginada son dos estrategias que coinciden en no aceptar la exigencia de los desafíos que la sociedad actual plantea a la Iglesia.
Asimismo, conviene recordar que por ser un concilio de reforma, el Vaticano II sigue urgiendo a la Iglesia a comprometerse con el anuncio íntegro del Evangelio.
Partiendo del portentoso signo de los tiempos que constituyó el Concilio, este libro invita a profundizar en la identidad de la Iglesia como sacramento de comunión y de misión, de modo que no termine convirtiéndose en un simple y nostálgico testimonio del pasado.
Ricardo Blázquez ha sido catedrático de Eclesiología en la Universidad Pontificia de Salamanca. Fue ordenado obispo en 1988 y creado cardenal en 2015 por el papa Francisco.