872 páginas
El pensamiento de René Descartes (La Haye, 1596 - Estocolmo, 1650) inauguró la modernidad al colocar al sujeto como protagonista de la filosofía. Su célebre expresión cogito ergo sum es un lugar común en nuestra cultura. Sus Meditaciones metafísicas son un modelo de ensayo filosófico; y el Discurso del método, uno de los textos más claros, conocidos y comentados de la filosofía moderna. Articuló de forma admirable filosofía y ciencia, logrando un modo de pensar estrictamente racional para contribuir al descubrimiento de la verdad. Expuso un método científico basado en la razón que eclipsó al de Aristóteles y clausuró la Edad Media, dando paso a una nueva época de expansión y libertad. La separación de mente y cuerpo, en dos órdenes diferentes de realidad (otro de los notables descubrimientos de Descartes), produjo escándalo en su tiempo. Inspiró el mecanicismo y el materialismo y hasta el ateísmo modernos, pero también franqueó las puertas de la revolución científica. Autores tan influyentes como Spinoza, Voltaire, Rousseau o Newton son deudores de Descartes.
Estudio introductorio de Cirilio Flórez Miguel, catedrático de filosofía en la Universidad de Salamanca. Especializado en Filosofía de la Historia y en la historia de las ideas en general, ha centrado su interés en filósofos como Kant o Marx. Como profesor de filosofía moderna y contemporánea dedicó especial atención a la filosofía francesa. Una de sus obras más conocidas es La filosofía en la época de la Ilustración.
Junto con el celebérrimo "Discurso del método", las "Meditaciones metafísicas" (1641) son la obra más importante de René Descartes (1596-1650). En un tiempo de escepticismo y certezas muertas originado al socaire del conflicto religioso de la Reforma y la Contrarreforma, el filósofo francés acometió la titánica tarea de recuperar las seguridades filosóficas perdidas, a saber, la posibilidad de demostrar racionalmente la existencia de Dios, del alma y del mundo. Para una tal empresa, decidió cortar los lazos con el mundo y emprender el proyecto objeto de esta obra, una auténtica exploración intelectual en búsqueda de la verdad. En este viaje íntimo del pensamiento, Descartes encontró las anheladas certezas, pero su forma de hacerlo trajo consigo unas inusitadas consecuencias que habrían de cambiar para siempre la filosofía y la ciencia y convertirlo en el padre indiscutido de la filosofía moderna.
Signo expresivo del pensamiento de su autor, el Discurso del método (1637) es también huella fehaciente de las tensiones y problemas de una época. Confluencia de diferentes proyectos, la articulación del texto se observa, más que en el discurso del método como tal, en la tarea de fundamentar el nuevo saber —teórico y práctico— moderno. El estilo autobiográfico, más vivo en la Parte I, opera como máscara que acentúa un determinado gesto: destruir críticamente el viejo edificio del saber y alzar sobre otros cimientos el saber moderno. La Parte II especifica el cimiento epistemológico (metodológico), iniciado en las Reglas, y formula la exigencia de nuevo fundamento (ontológico). El nuevo saber es también práctico; de ahí el esbozo original de la moral —Parte III—, que desarrollará en Cartas y en las Pasiones del alma. La meditación metafísica de la Parte IV —continuada en Meditaciones metafísicas— constituye uno de los signos de la época moderna, al darle un fundamento de su figura mediante una determinada interpretación de lo existente y de la verdad. Nuevo signo es la ciencia física de la Parte V, donde resuenan El Mundo y la voz polémica de Galileo. En la Parte VI aparece un tercer signo, la máquina o la técnica, aplicación práctica del saber
Fruto de toda una biografía que ha tenido el pensamiento como principio, Las pasiones del alma (1649) es la última obra publicada por Descartes en vida y puede considerarse como su testamento filosófico. Escrita a instancias de la princesa Isabel de Bohemia, quien pedía reiteradamente a su «instructor» aclaraciones sobre la relación en el ser humano entre dos sustancias tan distintas como el alma y el cuerpo, en ella encontramos una serie de reflexiones que profundizan, precisan o rectifican algunas de las tesis que Descartes había sostenido con anterioridad. La obra, elaborada con la intención de «explicar las pasiones —en palabras del autor— no como orador, ni tampoco como filósofo moral, sino solamente como físico», consta de tres partes, «de las que la primera tratará de las pasiones en general, y en ocasiones de la naturaleza del alma, etc.; la segunda, de las seis pasiones primitivas, y la tercera, de todas las demás». De hecho, Descartes inicia su explicación sobre las pasiones por una descripción de la fisiología humana, para acabarla con una reflexión acerca de la moral, tras dar cuenta de las mismas como resultado de la unión del alma y el cuerpo. Fisiología, interacción alma-cuerpo y moral son los temas que articulan el contenido de este libro.