Francisco es «el hombre del siglo que viene». Así le llama Tomás de Celano, su primer biógrafo, ya en el siglo XIII. Y desde entonces, aquel hijo de un rico mercader y de las nacientes ciudades burguesas de la Edad Media, liberadas del poder feudal por la asociación de sus ciudadanos más dinámicos, se ha convertido en referente y modelo para cualquier generación.
Su secreto tal vez resida en la rica personalidad que atesora, capaz de conectar y sintetizar en sí las mejores aspiraciones de su tiempo. Pero también ofrece renovación y rejuvenecimiento a quien se acerca a él y a la Buena Noticia de la que es testigo.
Francisco es «el hombre del siglo que viene», como le denomina ya su primer biógrafo, Tomás de Celano, en el siglo XIII. Y desde entonces, aquel hijo de un rico mercader y de las nacientes ciudades burguesas de la Edad Media, liberadas del poder feudal por la asociación de sus ciudadanos más dinámicos, se ha convertido en referente y modelo para cualquier generación.
Su secreto tal vez resida en la rica personalidad que atesora, capaz de conectar y sintetizar en sí las mejores aspiraciones de su tiempo. Por otra parte, su enorme valoración a lo largo de la historia tiene mucho que ver con la renovación y rejuvenecimiento que el Pobre de Asís encarna mediante el testimonio del Evangelio.