«Siempre es tiempo de evangelización. Siempre es el tiempo del primer anuncio. Dios nos da el don de la fe de una vez para siempre, pero nosotros tenemos que renovarla cada mañana. Consciente de mis limitaciones, ofrezco estas páginas a cuantos sienten la inquietud de descubrir los nuevos caminos de la evangelización, aquí, en España, en estos momentos de prueba y en los años venideros que no serán mucho mejores. Con estas páginas querría llamar la atención de los pastores y educadores cristianos para que centren sus esfuerzos en lo fundamental, en lo que nos hace capaces de profesar y vivir la fe gozosamente en un medio inhóspito y hostil».
La llamada universal a la santidad que brota de labios de Jesús, «sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48); y que recupera el Concilio Vaticano II, «todos los fieles cristianos […] son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre» (LG 11), se ha convertido en este tiempo en una misión urgente para la Iglesia y para cada cristiano.
La santidad es la meta común de la vida cristiana, pero cada vida cristiana tiene su camino para alcanzarla. Ese camino personal está trazado por Dios desde antes de la creación del mundo, y se hace patente en la vocación, una llamada personal, concreta, que cada uno recibe a su tiempo y según su modo.
No obstante, aunque Dios llama como quiere y cuando quiere, la historia de la Iglesia ha ido visibilizando seis rutas comunes hacia la santidad: la de los fieles laicos, que da comienzo en el bautismo; la del matrimonio; la del sacerdocio, al servicio de las anteriores; la de la vida consagrada, que tiene también formas muy diversas, como la vida religiosa o el orden de las vírgenes. A cada una de ellas dedica el cardenal Fernando Sebastián unas páginas de este libro, para mostrar su belleza y su grandeza, sus límites y dificultades, sus retos y posibilidades. En cada vocación hay, pues, una misión para el cristiano, un camino seguro por el que alcanzar, al fin, la santidad.
Edición preparada por José G. Vega Beorlegui. Presentación a cargo de Joaquín L. Ortega. Epílogo de Manuel Reyes.
Hace veinticinco años, el 29 de septiembre de 1979, Mons., Fernando Sebastián recibió su ordenación episcopal en la catedral de León. A lo largo de este tiempo ha sabido aunar su experiencia ma-gisterial como profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca —de la que era rector desde 1971— con el trabajo pastoral en las diócesis a las que ha servido: León, Granada, Málaga, Pamplona y Tudela. Su extenso magisterio se recoge en libros, conferencias, homilías y, sobre todo, en lo que él mismo denomina Cartas desde la fe. Estas cartas, más de quinientas, dirigidas a los cristianos y a la socie-dad en su conjunto, iluminan «desde la fe» todas las circunstancias humanas y cristianas de la ac-tualidad. Este libro recoge algunos fragmentos de todos sus textos publicados y los presenta organi-zados según diversos temas de interés. Desde ellos, Mons. Fernando Sebastián pulsa una vez más la actualidad y le sale al paso como «testigo del Evangelio».
Preguntarnos qué nos propone el Papa sobre la familia es lo mismo que preguntar nos qué nos propone la Iglesia católica sobre la familia y, más radicalmente, qué nos propone hoy sobre la familia el mismo Jesucristo. Es verdad que Jesús no hizo grandes discursos sobre la familia ni dejó escrito ningún tratado sobre el tema, pero sí unas cuantas cosas sobre la manera de entender y plantear la vida que nos ayudan a situarnos correctamente de acuerdo con la verdad profunda de nuestro ser humano y de nuestravocación de hombres o mujeres.Lo que el Papa propone no lo hace a la ligera. Tras dos Asambleas Sinodales, señala lo que le parece más importante para vivir la realidad matrimonial y familiar del mejor modo posible.El matrimonio y la familia son el núcleo de la vida. En esto no se puede fallar. En el nombre de Jesús y apoyándonos en el magisterio del papa Francisco, presentamos un resumen y proponemos unas cuantas claves que pueden ayudar.
Los que hemos vivido a lo largo de estos años pasados tenemos la obligación de ayudar a los más jóvenes a conocer la compleja realidad de nuestra historia en toda su verdad. En nuestra sociedad hay demasiadas tensiones, demasiados rechazos, demasiadas exclusiones. Los españoles, desde la Ilustración, tenemos necesidad de ap render a convivir, necesitamos aceptarnos unos a otros, tal como somos. Tenemos detrás una gran historia y un gran patrimonio cultural que nos hace ser lo que somos. Tenemos que aprender a aceptarlo con gratitud, sin eximentes. Y desde este realismo podremos trabajar juntos para ser cada vez mejores. Para ello, si uno quiere cumplir sus obligaciones de cristiano y ciudadano, está obligado a manifestar y ofrecer su parte de verdad. Es mi caso. De esta reflexión y en respuesta a semejante obligación ha nacido este librO.
Mi intención ha sido escribir un libro directo y sencillo, que acompañe en su itinerario espiritual a todos aquellos que sufren por la inseguridad de su fe; un libro que ayude a recuperar o alcanzar la fe en el Dios de Jesucristo a quienes la perdieron o no la han tenido nunca. No es, por tanto, un catecismo ni una introducción al cristianismo, sino una presentación de la fe cristiana que evoque su función decisiva en los planes de Dios y en el acertado desarrollo de la vida humana.
Este estudio, por tanto, no se centra de manera principal en lo que creemos por la fe, sino en la fe misma, la fe en cuanto acto y hábito personal, don de Dios y camino de salvación.
El lector está invitado a acompañarme en esta meditación teológica sobre la fe cristiana, nacida de mi experiencia personal y pastoral. Pero sobre todo a experimentar y celebrar gozosamente aquello que es posible formular sobre la fe en Cristo y en el Dios que nos salva.