El concilio Vaticano II ha sido determinante para la vida y la teología del actual papa emérito Benedicto XVI. En su pontificado quiso hacer una referencia constante al concilio, hasta en el encuentro mantenido con los sacerdotes el día anterior a su renuncia. Era una parte importante de su legado teológico. Ahora que celebramos el sesenta aniversario de la inauguración del Vaticano II, tal vez sea una buena ocasión para recordar los vivencias y las ideas que unen al teólogo Ratzinger con el mayor acontecimiento eclesial de los últimos tiempos. En estas páginas recorreremos los distintos acontecimientos históricos en los que intervino el actual papa emérito, así como sus ideas teológicas y su propuesta respecto a la interpretación del evento conciliar.
En ese concilio participaron los últimos papas: Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II, todos ellos canonizados. También el joven perito tuvo un papel importante en esa inmensa sinfonía del Espíritu que constituyen aquellas cuatro sesiones conciliares. El papa Francisco es igualmente "puro concilio", como decía un teólogo latinoamericano. En el discurso dirigido a los catequistas italianos el 30 de enero de 2021, tras citar a san Pablo VI, decía el papa argentino con su habitual lenguaje directo, refiriéndose al concilio y su hermenéutica: "El concilio es magisterio de la Iglesia. O estás con la Iglesia y por tanto sigues el concilio, y si no sigues el concilio o lo interpretas a tu manera, como quieres, no estás con la Iglesia"
S. Juan Pablo II (1978-2005) nos ha dejado un valioso legado sobre el trabajo que abarca aspectos antropológicos, éticos y espirituales. Los desarrolló en discursos, homilías, alocuciones, encíclicas, libros y, sobre todo, en la encíclica Laborem exercens (1981). El presente volumen revisa y presenta de modo sistemático estas enseñanzas a partir de una revisión exhaustiva de textos.
Las enseñanzas de este Papa muestran continuidad con sus antecesores en la Sede Apostólica a la vez que presentan innovaciones y valiosos desarrollos. S. Juan Pablo II armoniza el rigor conceptual con aspectos muy prácticos que animan a trabajar descubriendo el valor humano y cristiano del trabajo, más allá de su valor económico y su relevancia sociológica.
En estas enseñanzas destacan la centralidad de la persona, verdadero sujeto del trabajo, la cual sirve a los demás y se realiza trabajando. Más aún, con la ayuda de la gracia de Dios, el trabajo deviene un medio para relacionarse con la Trinidad Beatísima y para crecer en santidad.
El libro muestra el contraste entre los enfoques del S. Juan Pablo II y las ideologías que reducen el trabajo a los resultados productivos obtenidos. Son unas enseñanzas que, en opinión del autor, son plenamente vigentes también ante los cambios introducidos por las nuevas tecnologías para logar un trabajo plenamente significativo.
Plantear las cuestiones que afectan al sentido de la vida, desde los fundamentos antropológicos comunes a todos los hombres, cualesquiera que sean sus creencias o convicciones, es una perspectiva cada vez más necesaria.
Este libro trata de lo básico para entender a la persona humana, varón y mujer, y para comprender el amor. Dos realidades profundamente entrelazadas, pues solo amar da sentido pleno a la vida humana. Viviendo el amante la vida del amado, como si de la propia se tratase, y correspondiendo el amado a su amante con igual predilección, ambos abren entre sí el ser una sola vida, una historia común, en la que el yo y el tú, sin evaporarse ni anularse, se trascienden en un nosotros.
Amar es la experiencia culminante del ser personal. Es nuestro más fiel y profundo retrato, pues estamos hechos para amar. No hemos inventado el amor, pero hemos sido invitados a su fiesta. Nos revela a cada uno en lo que es, en lo que podría y debería ser, y también en lo que de hecho vive con sus grandezas, limitaciones y miserias. De la misma forma aprendemos a vivir viviendo, aprendemos a amar amando. Y ayudarnos unos a otros en tan fascinante tarea es servicio y responsabilidad que nos debemos, si queremos que unos con otros darnos una vida lograda.
A través de un repaso de las tensiones doctrinales que surgieron con el desarrollo de la teología y el derecho canónico a lo largo de la Edad Media y en la modernidad, se pretende contribuir a una mejor comprensión de la misteriosa realidad del matrimonio en la milenaria tradición judeo-cristiana, que adquiere una fuerza singular a la luz de la teología del cuerpo de San Juan Pablo II. La recuperación de la centralidad de la una caro en su doctrina ha permitido restituir el significado primordial del matrimonio, renovando la esperanza de recuperar el sentido último de la historia como realización plena de lo humano, pues el amor conyugal de acuerdo al plan de Dios expresa y realiza los munera –sacerdotal, profético y real– del cristiano. La tesis que aquí se expone puede arrojar luz para una nueva y más fecunda fundamentación de las ciencias sociales, no desde el individuo sino en torno al matrimonio –y su realización práctica, la familia– una comunidad de personas que está en el corazón del sistema social, permitiendo al hombre expresar su verdadera realeza como servicio a los demás para la realización del bien común.
La Antropología filosófica es el conocimiento que la persona humana alcanza de sí misma de modo natural. Un estudio del ser humano no debe conformarse con investigar los elementos comunes a todos, sino adentrarse en lo más radical de nosotros mismos: la intimidad de la persona, el quién que cada uno somos.
Esta disciplina distingue, por tanto, tres dimensiones: la naturaleza corpórea (cuerpo), con las funciones y facultades humanas con soporte orgánico; la esencia (alma), constituida por el perfeccionamiento del yo y sus dos facultades inmateriales superiores –inteligencia y voluntad– y la persona que cada quién es, es decir, el acto de ser personal novedoso e irrepetible. Cada quien es radicalmente apertura íntima (a Dios, a los demás, al mundo), libertad que se destina, conocer personal activo y amar personal (aceptación y donación).
Siguiendo la estela de Leonardo Polo, se trata de una antropología cuya investigación natural de la persona se abre a un diálogo constructivo con la fe y la teología.
El bautizado experimenta una íntima fractura debida al pecado en el que incurre cuando se deja arrastrar por seducciones que, antes que plenificarle, le esclavizan. Se alza, entonces, desde su conciencia el gemido que busca una restauración que sane su fragilidad congénita. Ahí es donde puede acontecer el signo sagrado de la Reconciliación rehaciéndole en su ser sinfónico. Al cristiano que sufre un grave decaimiento en su salud, y que, en medio de su experiencia de la Cruz, ejerce su sacerdocio bautismal en la entrega de sí mismo, Cristo le visita con la ternura de la santa Unción: a través de ella, el Eterno ilumina de esperanza el sufrimiento humano, transfigurado por el sufrimiento de quien es Vencedor porque es Víctima.
Centrando la mirada en Cristo, las enseñanzas de Benedicto XVI desarrollan la íntima conexión que existe entre las tres virtudes teologales y la Verdad Encarnada, el Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, no nos es posible creer en Jesucristo, amarlo y esperar en Él, si no conocemos su verdadero rostro, que se revela al intelecto humano iluminado por la fe. Este hecho pone en evidencia que el hombre necesita su natural capacidad de conocer la verdad para poder descubrir el rostro de Cristo. Si se disocia de la razón, la fe cristiana pierde credibilidad y se convierte en una opción existencial arbitraria, pues resulta imposible argumentar racionalmente sobre ella. Por otra parte, las relaciones sociales y políticas se deshumanizan si se expulsa de la vida pública a las razones de la fe, porque una cultura que cierra sus puertas a Dios deja también afuera al hombre. Podremos alejar estos peligros sólo si la razón y la fe se reencuentran de un modo nuevo. Sin embargo, antes tenemos que recuperar la fe en la razón, es decir, nuestra confianza en su capacidad de conocer la verdad en toda su amplitud.
Un libro que recoge la experiencia de sus autores como profesores y educadores durante muchos años en el ámbito educativo y catequético, y como formadores de profesores y de catequistas. En los cursos dirigidos por ellos en el Departamento de Pastoral y catequesis de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra se han formado más de 6.000 educadores.
La páginas de este texto descubren la urgente necesidad de educar en la fe a niños, jóvenes y adultos, tanto en la familia, como en la parroquia y en la escuela. Ayudan a profesores de religión y a catequistas a utilizar las actuales aportaciones de las ciencias pedagógicas que faciliten el proceso de la educación de la fe.
Ofrecen orientaciones prácticas sobre el modo de preparar e impartir las clases de religión y los distintos programas de catequesis.
La recuperación del papel primordial de la empresa y del empresario en la sociedad, y la superación de muchas disfuncionalidades actuales, requiere una nueva noción de la empresa y de la tarea de empresarios y directivos. En este contexto, es relevante el sentido cristiano de la empresa y su dirección. De esto se ocupa este volumen que incluye tres escritos cortos pero incisivos de Mons. Javier Echevarría. Su lectura puede abrir horizontes y hacer reflexionar frente a algunos planteamientos actuales.
Habla del aprecio de Jesús por los emprendedores, de la naturaleza y finalidad de la empresa, de la misión de servicio y de las exigencias de justicia y caridad inherentes a las tareas directivas. Remarca el papel central de las virtudes en la actividad empresarial, la importancia de la unidad de vida y de la espiritualidad del trabajo. Concluye reflexionando sobre el humanismo cristiano en la empresa y subraya diversos aspectos éticos y sociales que comporta dirigir empresas con sentido cristiano.
El volumen va precedido de un prólogo y de una amplia introducción que pone los escritos de Mons. Echevarría en su contexto y señala sus principales líneas de fuerza. Un epílogo reflexiona sobre los escritos centrales para esbozar lo que podría ser el perfil de un directivo cristiano.