Desde el primer momento como Papa electo, u obispo de Roma, apelativo que él mismo prefiere, el hasta hace poco cardenal Jorge Mario Bergoglio dio señales claras al mundo de los cambios que traerá su pontificado. La misma elección del nombre de Francisco nos indica su prioridad por ser como Francisco de Asís, el santo que vivió en la pobreza y que consagró su vida a los más desamparados.
Su manera directa y espontánea de romper el protocolo y acercarse a la gente, su sencillez, que destaca en un Vaticano cargado de símbolos de pompa mundana y riqueza material y, entre otras cosas, la petición al clero de llevar una vida irreprochable hace que toda la sociedad tenga depositada una gran esperanza y confianza en esta nueva etapa que se inicia ahora.
A través de sus propias palabras, sus ideas y los recuerdos más personales del papa Francisco, Andrea Tornielli, uno de los vaticanistas más prestigiosos en la actualidad, nos presenta el retrato de este jesuita argentino que gobernará una Iglesia dividida y que está llamado a ser el artífice de una importantísima transformación que sin duda cambiará el siglo XXI.
Tras la invasión de Holanda, los Frank, comerciantes judíos alemanes emigrados a Amsterdam en 1933, se ocultaron de la Gestapo en una buhardilla anexa al edificio donde el padre de Anne tenía sus oficinas. Eran ocho personas y permanecieron recluidas desde junio de 1942 hasta agosto de 1944, fecha en que fueron detenidas y enviadas a campos de concentración. En ese lugar y en las más precarias condiciones, Anne, a la sazón una niña de trece años, escribió su estremecedor Diario: un testimonio único en su género sobre el horror y la barbarie nazi, y sobre los sentimientos y experiencias de la propia Anne y sus acompañantes. Anne murió en el campo de Bergen-Belsen en marzo de 1945. Su Diario nunca morirá.