El Evangelio de Mateo destaca como uno de los textos bíblicos preferidos por los Padres de la Iglesia a la hora de estudiar y proclamar la Palabra de Dios.
La tradición de comentarios patrísticos sobre Mateo comienza a mediados del siglo tercero con el que lleva a cabo Orígenes.
En el occidente de lengua latina, donde los comentarios no aparecieron hasta aproximadamente un siglo más tarde, el primer comentario sobre Mateo lo escribió Hilario de Poitiers a mediados del siglo cuarto.
Desde entonces, el primer Evangelio se convirtió en uno de los textos más frecuentemente comentados por los Santos Padres. Entre ellos sobresale el comentario de Jerónimo, en cuatro libros, y el Opus imperfectum in Matthaeum, obra muy valiosa, aunque anónima e incompleta. Se conservan también fragmentos de catenas griegas, que se derivan de comentarios realizados por Teodoro de Heraclea, Apolinar de Laodicea, Teodoro de Mopsuestia y Cirilo de Alejandría.
Las antiguas homilías también ofrecen extensos comentarios sobre el primer Evangelio. Destacan entre ellas las noventa homilías de Juan Crisóstomo y las cincuenta y nueve de Cromacio de Aquileia. Además, existe un buen número de homilías dominicales y de días festivos compuestas por grandes figuras, como Agustín y Gregorio Magno, entre otros.
Esta rica abundancia de comentarios patrísticos, muchos de los cuales presentamos aquí traducidos al castellano por primera vez, nos ofrece un generoso y variado alimento sobre la antigua interpretación del primer Evangelio.
Los Padres de la Iglesia consideraban que los evangelios no se debían emplear, primariamente, para el análisis y estudio personal; por ello se leían y se explicaban dentro de la liturgia de la comunidad cristiana. Los textos evangélicos servían para orientar y corregir pastoralmente a los que se habían comprometido a seguir el camino de Jesús. Si bien los evangelios de Mateo y Juan eran, en general, los preferidos por los Santos Padres, cuando llegaba el tiempo de Navidad, Pascua y otras fiestas importantes, el que más se utilizaba era el de Lucas, debido a la narración que contiene sobre la infancia de Jesús, y a otros pasajes que solamente se encuentran en este evangelio.
Durante el periodo patrístico primitivo, la tradición de la lectura continuada (lectio continua) de los evangelios se desarrolló de tal manera que en un ciclo de tiempo determinado se leía, en secciones, un Evangelio completo, y se explicaban estas lecturas con homilías durante la liturgia diaria o semanal.
De entre las homilías que se han conservado, este volumen recoge textos de Orígenes y Cirilo de Alejandría. Pero aparte de las homilías, poseemos tratados teológicos, cartas pastorales y catequesis diversas en las cuales los Padres también afrontaron distintos temas exegéticos. Al igual que en otros volúmenes de esta colección, los lectores encontrarán escritos que van del siglo primero al octavo, pertenecientes a Padres de Oriente y Occcidente. Entre los más célebres podemos citar a Ambrosio, Atanasio, Agustín, los Capadocios, Juan Crisóstomo, Juan Damasceno y Beda el Venerable; y entre los menos concocidos a Juan Casiano, Filoxeno de Mabbug y Teofilacto.
Este volumen nos ofrece tesoros de sabiduría antigua -algunos de los cuales se traducen por primera vez al castellano-, que permiten a los Santos Padres hablar con agudeza y convicción a la Iglesia de hoy.
El P. Antonio Orbe ha consagrado toda su vida al estudio de los primeros siglos cristianos. Sus numerosas y decisivas obras han descubierto dimensiones insospechadas en la teología y exégesis primitivas. Ha sabido ahondar, como ningún otro estudioso, en los escritos de los heterodoxos y de los eclesiásticos.
Esta es una de sus últimas investigaciones, y en ella afronta los más importantes temas de la teología primera, desde los trinitarios a los escatológicos. El P. Orbe adelanta que de ordinario la crítica ha impuesto pesadamente orientaciones y categorías que han impedido descubrir lo que los autores, heterodoxos y ortodoxos, han querido decir. El P. Orbe desentierra cuestiones de transcendencia dogmática que todavía hoy pueden esclarecer aspectos fundamentales de la revelación. Muestra con todo vigor que en el siglo II queda mucho terreno por roturar y mucho espacio para la reflexión teológica.
El lector podrá descubrir los caminos seguidos por la más pristina reflexión cristiana y el nacimiento de los má antiguos espequemas teológicos a la par que se le ofrecen infinidad de aspectos susceptibles de futuras investigaciones.
Edición bilingüe promovida por la Federación Agustiniana Española (F.A.E.).
Versión, introducción y notas de Luis Arias.
La obra consta de 41 vols.
Sinopsis: Cirilo nació hacia el 313-315, probablemente en Jerusalén. Fue nombrado obispo de esta ciudad en el 348, y aunque en un principio hubo sospechas infundadas de concesiones suyas al arrianismo, en realidad fue un decidido defensor de la fe ortodoxa, razón por la cual fue expulsado tres veces de su sede episcopal y pasó en total 16 años en el exilio. Falleció alrededor del 386-387.
Ha pasado a la historia por sus célebres Catequesis, predicadas en Jerusalén el año 348, que han sido definidas como “uno de los documentos más preciosos de la antigüedad cristiana” y le han valido el título de doctor de la Iglesia.
Esta obra monumental de Cirilo nos da importantes noticias acerca del catecumenado, la liturgia y los sacramentos en la comunidad cristiana de Jerusalén. Se compone de 24 catequesis, divididas en dos partes: las diecinueve primeras (incluyendo la procatequesis) que explican el contenido íntegro del Credo para conocimiento de los que se preparaban a recibir el bautismo, y otras cinco, conocidas como mistagógicas, que se impartían a los recién bautizados exponiéndoles más ampliamente los misterios o sacramentos que habían recibido; en concreto, bautismo, confirmación y Eucaristía.
En la presente edición se publican las Catequesis íntegras, traducidas directamente del griego, y con las referencias bíblicas del Antiguo Testamento contrastadas con la versión de los Setenta, la que Cirilo conocía y utilizó.
Traer fresca y entera hasta nosotros la enseñanza de este gran obispo ha requerido horas de trabajo sosegado y riguroso. El empeño lo merecía porque es el texto más importante en su género. Al adentrarse en su lectura el lector puede valorar por sí mismo el tesoro doctrinal que contienen.
Los estudios sobre el cristianismo primitivo se han centrado habitualmente en temas dog-máticos y teológicos, olvidando en gran me-dida cuestiones tan fundamentales como la vida cotidiana de los creyentes y su relación con el mundo que los rodeaba. Esta obra ayuda a comprender uno de los aspectos más des-conocidos de nuestros orígenes, la función que jugaron los pobres dentro de la comunidad cristiana. Para ello se centra en el estudio de cuatro homilías de uno de los personajes claves sobre esta temática en la Antigüedad cristiana, Basilio de Cesarea, empleando un método poco utilizado hasta ahora en la Patrística, aunque muy conocido en los estudios bíblicos, el socio-antropológico.
FERNANDO RIVAS REBAQUE, profesor de Historia Antigua de la Iglesia y Patrología en la Facultad de Teología de la Univ. Ponti-ficia Comillas y sacerdote de la diócesis de Getafe, lleva a cabo su trabajo de investigación sobre el papel de la mujer, la familia y la economía en los orígenes cristianos, temas sobre los que ha publicado numerosos escritos.
En los capítulos 12-50 del Génesis se narra la historia de los patriarcas Abrahán, Isaac, Jacob y José. Para explicar el significado espiritual de los relatos patriarcales, los Santos Padres acudieron a las cartas de Pablo, a los discursos de Pedro y Esteban en los Hechos de los Apóstoles y al autor de la Carta a los Hebreos. Ellos fueron sus principales maestros, aunque se puedan encontrar en el Nuevo Testamento otras alusiones a la historia de los patriarcas. La escuela de Alejandría, en particular, siguió el uso alegórico de Pablo acerca de la historia de Sara y Agar en la interpretación de los relatos del Génesis. Por su parte, la escuela de Antioquía evitó la interpretación alegórica pero se propuso encontrar aplicaciones morales en los primitivos relatos. Para todos ellos aquellos acontecimientos indicaban las promesas de los tiempos futuros, la nueva era revelada en la resurrección de Jesús.
Entre los principales comentaristas de lengua griega incluidos en este volumen se encuentran Orígenes, Dídimo el Ciego, Juan Crisóstomo y Cirilo de Alejandría. En cuanto a los de lengua latina, podemos citar a Ambrosio de Milán, Agustín de Hipona, Cesáreo de Arlés y Beda el Venerable. Efrén Sirio es el autor más citado de lengua siríaca, mientras que la Catena sobre el Génesis, del siglo V, nos proporciona textos de Eusebio de Cesarea, Basilio el Grande, Gregorio Nacianceno, Gregorio de Nisa, Epifanio de Salamina, Ireneo de Lión, Eusebio de Emesa, Severiano de Gábala y Teodoro de Mopsuestia entre otros.
Con una gran diversidad en cuanto a matices y modos de expresarse, los Padres citados nos proporcionan una gran riqueza de antigua sabiduría. Estos textos, muchos de los cuales se traducen por primera vez al castellano, podrán ser estímulo para la mente y alimento para el alma de la Iglesia actual.
Los escritos de los Padres constituyen un filón valiosísimo para un conocimiento más profundo de los tópicos marianos clásicos, ya que nos traen la figura de la Virgen tal como la contempló la Iglesia primitiva. En la presente antología, se han seleccionado los textos patrísticos más relevantes para una lectura meditativa, así como para un conocimiento más íntimo de la Virgen María desde el misterio de Jesucristo y su proyección hacia toda la Cristiandad.
La abundancia de textos patrísticos sobre el Bautismo es asombrosa. El legado escrito de los Padres de los tres primeros siglos del Cristianismo podría llenar, por sí solo, más de un grueso volumen. Aquí, encontrará el lector una selección de textos escogida para profundizar el conocimiento acerca de este sacramento fundamental en la vida cristiana.
Esta selección de textos patrísticos tiene por objeto primordial la comprensión auténtica sobre el tiempo de Cuaresma y su fundamento teológico, tal como los antiguos lo concibieran y trasmitieran por generaciones a partir del ejemplo misterioso de Jesucristo. Los escritos de los primeros Padres expresan de modo insuperable el sentido de la santa cuarentena, días especialmente señalados como misterio de restauración humana y que preceden a la celebración anual de la Pascua de Resurrección, fiesta de participación mística, redentora de toda la humanidad.
Desde su teología pastoral, los Padres de la Iglesia nos legan el verdadero significado para aquellos a los que en el texto griego de San Mateo, Cristo nombrará como los bienaventurados, los pobres de espíritu, los dichosos, en referencia a una categoría de hombres -humildes, desapegados de valores pecuniarios- cuya pobreza se sitúa en un nivel más allá de lo meramente económico. La presente selección de textos patrísticos alude también a la pobreza material, en clara advertencia acerca de la atención hacia los pobres. Más aún, no sólo clamando piedad sino como ejercicio de concreta justicia. Como Jesucristo, Maestro del amor, el primero de los pobres y modelo de todos.